Saturday, May 30, 2020

Ex avión o el instinto adquirido. (2).-

Tomado de Nostalgias Medias.


El sábado amaneció lluvioso y la lluvia, empujada por el viento del norte, rebotaba contra las paredes de madera del barracón. Sobre las seis y media el aguacero amainó y entonces salimos hacia el comedor para desayunar. Cuando estábamos montando en la carreta con techo y asientos el aguacero regresó con una fuerza inusitada y todos los que cabíamos en la carreta nos metimos en ella para guarecernos. De pronto la mañana se nubló, el viento comenzó a batir con fuerza de huracán y sus ráfagas nos golpeaban dentro de las carreta sin paredes delante del diluvio en el que se había convertido el aguacero. El resto de los guardias esperaba dentro del comedor y en los dos barracones. A las diez de la mañana todavía el aguacero no había parado y el Jefe de las Brigadas dijo que  "ya habíamos perdido el día de hoy" y que, por tanto, podíamos regresar a los albergues a descansar porque "tampoco iríamos a cortar caña por la tarde". La orden del Jefe nos hacía perder un día de salario pero nos ganaba un fin de semana de descanso. Estuve a punto de irme, fugado, para mi casa, pero el pronóstico desfavorable del tiempo me lo impidió. Todos los mayimbes sabían que yo estaba esperando mi Baja y como también sabían que iba a regresar el domingo por la noche pues se hacían de la vista gorda. Incluso si me llevaba a mi amigo Lelén Geré Arévalo. De modo que nos metimos al albergue, doblamos la ropa de trabajo y la colamos debajo de la colchoneta para que nos sirviera de almohada y nos tendimos en la cama a conversar como siempre hacíamos cuando la posición horizontal nos recordaba que no todo era estar de pie, encorvados, contra los plantones de caña quemada. El primo hermano de Níver Ginalte se acercó hasta mi cama para preguntarme que "por qué no seguía ahora mismo con la historia del avión descalabrado en Lomavalla". Los guardias que estaban tirados en sus camas al lado de la mía dijeron que era "tremenda idea" y diez minutos después mis oyentes fieles estaban posicionados en los laterales de mi cama y en las camas adyacentes - arriba y abajo, pues se trataba de literas - listos para escuchar la segunda parte de mi relato.
El exempresario se había quedado sin trabajo. El Gobierno le había truncado su negocio crustacero con los  hombres de Islas Caymán, le había intervenido sus dos ómnibus General Motor Corporation y no le permitía, por nada del mundo, convertir a su fuselaje de avión en una especie de museo porque todavía no existían, oficialmente, los trabajadores por cuenta propia y porque, además, los dirigentes locales no podían tragarse al famoso avión toda vez que era un avión americano y en verdad se estaban cansando del extraño interés que seguía mostrando el primo revolucionario por el maldito artefacto inservible del primo capitalista. Sin embargo el exempresario había sido muy disciplinado cuando las autoridades dieron la orden de cambiar todo el dinero antiguo por moneda nueva socialista y por tanto aun mantenía cierto capital con el que ir tirando hasta ver como se presentaba el futuro. También poseía una muy buena cantidad de dólares en Gran Caymán pero no sabía qué hacer con ellos en un momento en que las cosas cambiaban de la noche a la mañana. Su mujer era Técnica en Farmacia pero decidieron que, de momento, no intentaría trabajar con el Estado. El padre de la señora tenía una magnífica finca en Jutíero Camacho, cerca del pueblo de Vueltas, y le dijo que le había cercado cien cordeles de tierra para que hiciera lo que le diera la gana con ellos. Como el exempresario tenía su Playmouth del 57 y podía viajar hasta allá sin ningun impedimento pues había aceptado la oferta del suegro y muy pronto comenzó a prepararse para "sembrar comida y para criar animales". Su cuñado estaba soltero y vivía con sus padres y se comprometió con él para ayudarlo a convertirse "en un campesino de primera categoría". Un domingo por el mediodía el Arriero se apareció en su casa acompañado de su mujer y de su hijo de catorce años. Traía un lechón de treintaicinco libras en un saco de yute listo para asar. Tienes la parrilla, veo que hay leña suficiente, así que deja que mi hijo se encargue de asarlo y lo de ustedes será el congrís, la yuca con mojo y la ensalada porque ya tu primo sabe que yo vendría y él se encargará de las cervezas - le dijo. Cuando llegó el primo se fueron hacia el hangar. El fuselaje refulgía porque el exempresario había fabricado dos largos palos de balleta con algunas de las yayas que había traído de Lomavalla para que sus hijos asearan al fuselaje cada dos días. A los chamas les encantaba frotar su trapos de balleta contra aquella mole "parejita" y a veces su madre tenía que recordarles que ya "era la hora de la comida". Todavía el exempresario subía a sus butacas para leer las pocas revistas de Selecciones que les iban quedando. Temía que se les acabaran porque tampoco tenía ni una sola revista Mecánica Popular que no se supiera de memoria y estaba convencido de que los tiempos de las "cosas norteamericanas en Cuba" se habían acabado. Pepe Elcarpintero Siverio le había regalado como cincuenta Selecciones pero cuando miró sus carátulas supo que también las había leído y se las devolvió amablemente. El exempresario tenía tres bancos de pino pinsapo con patas cruzadas y fondo de lona negra en el fondo occidental del hangar. En los bancos se podía sentar todo el mundo. Pero la prioridad era para el primo y para el Arriero, que se había convertido en su mejor amigo. El primo prendió un tabaco criollo confeccionado con hojas de primera de Vuelta Arriba y dijo, con voz de dirigente socialista, dirigiéndose al Arriero "entonces cuéntenos de las últimas novedades". El Arriero prendió un Veguero, abrió un poco mas sus piernas sobre el banco y contó que "los mecánicos de Placetas están listos para venir, ver el fuselaje y decidir de que manera colocarán el motor, el chasis y las gomas en el pedazo de avión, por cierto ya lo tienen todo y solo necesitan ver para actuar porque le dí todas las medidas del fuselaje, otra cosa, Rafael se reunió con su primo Rafaelito Ferrer en su casa de Yaguajay y lo convenció para que tratara de conseguir a diez rompedores de piedras con mandarria de los que trabajan en la Picadora del Yigre para que estrechen el fuselaje porque el fuselaje tiene mas de tres metros de ancho y las vías de una carretera stándar no pueden pasar de ese metraje, Rafaelito no tuvo problemas con sus amigos picapedreros y también están listos para cuando se les llame, finalmente dos tapiceros de Camajuaní esperan la orden de (a trabajar) para sacar la hilera de butacas de cada zona de ventanillas y lo mas importante, ya saben el Policlínico de la Provincia al que se las donarán para que terminen de cambiar la basura de asientos que tienen y de esa manera los pacientes puedan esperar, cómodos,  su turno en la sala, ah, los chapisteros que tengo visto en estos momentos están acotejando doce máquinas americanas de lujo en Pinar del Río y me dijeron que necesitan unos días mas para acabar con el trabajo y ponerse para este". Magnífico - apuntó el exempresario - es tu turno, primo. El primo optó por cruzar sus piernas y agregó "quiero decir que hemos tenido mucha suerte porque acaban de cambiar al Director Municipal de Transporte (al que se llevan para Provincia por su "gran capacidad de gestión") y al tipo al que pusieron es un antiguo compañero de Preuniveresitario que se quedó frío cuando le conté lo que queríamos hacer con el fuselaje del avión, por supuesto que él conocía toda la historia pero no le cabía en la cabeza que ahora intentáramos hacer esto de convertirlo en una guagua de pasajeros, incluso terminó por sufrir un ataque de risa que casi me hace llevarlo al Hospital, pero al final me aseguró que trataraía de dar luz verde al asunto con la condición de que solo se trataría de un viaje de prueba, algo así como una curiosidad y que si la cosa resultaba entonces tendría que ocuparse de un Plan B que todavía no tenía". Durante la comida - y cuando los niños se habían ido hacia el hangar para trapear al avión en horario extra - el exempresario dijo "bien, ahora hablemos de presupuestos". Su señora se echó a reír. Coño, mi amor, acaba de quitarte de la cabeza el maldito dinero, estás brutalmente metalizado - dijo. Eso no es posible, querida, no es posible, todavía lo que intentamos hacer es un negocio - sostuvo - así que desembucha guajiro. El Arriero atacó un gran pellejo de puerco tostadito, lo trituró entre sus dientes, se lo tragó y respondió "tranquilo, amigo mío, cada una de las personas que dejarán el fuselaje listo para tirar pasaje cobrarán precios módicos y lo harán aceptando tus dólares depositados en Gran Caymán cuando tú puedas pagarles y no quieren firmar recibos ni garantías de ningún tipo, se conformarán con tu palabra de que los liquidarás cuando ellos te lo pidan y a tí te sea posible hacerlo dadas las nuevas condiciones en que estamos viviendo todos este (período revolucionario)". El exempresario se quedó paralizado y perdió la voz y cuando pudo hablar dijo "coño, compadre, tú no tienes precio". El Arriero prorumpió en una sonora carcajada y cuando pudo controlarla exclamó "claro que sí tengo precio, tengo tanto precio que no cobro con precios módicos e incluso cobro en moneda nacional de la que cambiaron recientemente nuestras (autoridades revolucionarias)". La mujer del Arriero miró a la mujer del exempresario, le guiñó un ojo y dijo "ay, mi vida, mira que tú eres". Cuando el Arriero le echó un vistazo a su reloj de bolsillo Ultramar se dio cuenta de que eran las nueve y media de la noche. Carajo, que tarde es - exclamó - tenemos que irnos que se nos va la última guagua. El exempresario le miró con las cejas fruncidas. Usted se va de aquí cuando a mí me dé la gana - le advirtió - y sepa que la "última guagua" todavía demorará unos días para "salir" y no lo hará de "última", usted se marchará de esta casa en un carro llamado Plymouth del 57 que conducirá usted mismo y que me regresará cuando le salga del forro. Para el instante en que los chapisteros acabaron el trabajo de chapistería en Pinar del Río el Arriero convocó una reunión en la casa de Rafaelito Ferrer en Yaguajay para definir de una vez por todas cuando comenzarían el trabajo en casa del exempresario. El exempresario le alquiló el carro al Viejo Gualterio y le pidió al primo que lo condujera. Los trabajadores de Placetas y de Camajuaní llegaron a la casa del exempresario a las seis de la mañana. Recogieron al Arriero y a Rafael y a su hijo una hora después y poco antes de las ocho ya estaban en la casa de Rafaelito Ferrer. Todo el mundo sabía que la hermosa casa era, en realidad, de su hermana viuda Lilia Ferrer desde que "el austríaco Pfeifer" había invertido sus dineros en ella pero como el solterón empedernido Rafaelito siempre había vivido con su hermana pues la gente se decantaba por citarlo como a su propietario. Rafaelito les esperaba con un desayuno guajiro completo listo y cuando hubieron terminado bajaron hasta el patio occidental en donde Rafaelito había dispuesto otra mesa con sus sillas correspondientes. Rafael tuvo que regresar a su hijo de cinco años a donde estaba Lylia tratando de comunicarse con su finado esposo a través de sus redes espirituales porque el hijo no dejaba de pellizcarle el rabo al gato de Segundo Ferrer y el gato chillaba mas que rana en boca de jubo. Después del almuerzo la "comitiva de occidente" estuvo visitando las carrozas y los trabajos de plaza en los que trabajaba Rafaelito para las próximas fiestas tradicionales  y finalmente regresaron a Caibarién y esta vez los dos autos llevaron a los futuros trabajadores del exempresario hasta sus pueblos respectivos. Durante la reunión se había decidido que los trabajos se iniciarían dos semanas mas tarde y que los trabajadores se quedarían en la casa de la ciudad del exempresario en donde ahora vivían solo sus padres ancianos y que tenía suficiente espacio para quienes iban a convertir un fuselaje de avión en el ómnibus mas original de todos los tiempos. Cuando la máquina del exempresario dejó a Rafael y a su hijo frente a la Ranfla de Celia el hijo de Rafael le preguntó al exempresario "oye, batistiano, cuando  tú crees que terminarán de hacer el (guavión)". La carcajada se escuchó en la casa de Pablo Gocéndez y Rafael agregó "cuidado con lo que hablan delante de este culicagao que este tipo es un Ferrer puro". Así que los dos tapiceros extrajeron las dos hileras de asientos que estaban al lado de las ventanillas sin ningún problema y las guardaron al norte del hangar en donde fueron cubiertas por lonas impermeables. Los tapiceros dijeron que no gastaran mas plata en cristaleros porque ellos también sabían de eso, de modo que sacaron cada una de las ventanillas redondas del fuselaje hasta que los picapedreros hubieran estrechado el fuselaje y las colocaron, con mucho cuidado, sobre las lonas que tapaban a las butacas grises. Los picapedreros habían traído seis grandes pedazos de ligas sintéticas empatadas con recina de jobo como de cuatro metros cuadrados que les había regalado el Negro Tata con el objetivo de que los golpes de las diez mandarrias contra las paredes del fuselaje se hicieran casi inaudibles y de esa manera evitar que los vecinos se enfurecieran y que la Policía les mandara parar el trabajo. Los diez picapedreros trabajaron un día y medio casi sin descanso y cuando terminaron de escachar las paredes del fuselaje a mandarria limpia midieron, sin apuros, para cerciorase de que el ancho nuevo era de tres metros exactos. El resultado fue de tres metros y un milímetro pero el primo dijo que "eso no tenía importancia, que era una diferencia despreciable". Los cuatro chapisteros necesitaron dos días de ocho horas para dejar el fuselaje mucho mejor que "como habían quedado los carros americanos de Pinar del Río" y los cristaleros colocaron las ventanillas en dos horas y  el Arriero dijo que "había que ser un experto para darse cuenta de que se estaba en presencia de otro fuselaje". Los cuatro mecánicos de Placetas esperaron a que llegara el chasis con el motor de guagua Skoda y las seis gomas que colocarían debajo del fuselaje para declarar al "guavión" listo para trabajar. Los mecánicos de ámnibus de Placetas habían conseguido que en su taller le cedieran dos chasis descontinuados de ámnibus checos Skoda que habían llegado desde Checoslovaquia con serios problemas técnicos y también habían logrado que le dejaran reparar un motor de guagua General Motors que estaba tirado en un rincón desde hacia dos años. Se trataba de un motor con todos sus agregados y los mecánicos solo habían tenido que ponerlo a punto. Los dos chasis y las seis gomas llegaron remolcados por un tractor Ferguson propiedad de un agricultor de Falcón y viajaron por la madrugada porque el nuevo director de transporte no quería problemas con la Patrulla de Carreteras a pesar de que los patrulleros se decían sus amigos del alma. El domingo por la tarde terminaron de repintar al guavión y una horas antes del anochecer lo probaron sobre el terreno que estaba al occidente de la casa y en donde el exempresario acostumbraba sembrar hortalizas. Después de tres vueltas completas a la casa y al hangar los mecánicos de Placetas lo certificaron como "genial" y lo declararon listo para emprender el primer viaje. Esa noche no hubo fiesta en casa del exempresario porque todo el mundo estaba casi cansado de tanta fiesta y además la fiesta grande debería hacerse cuando el guavión fuera y virara desde Yaguajay con sus primeros viajeros seleccionados. Cuando ya nadie esperaba que el nuevo Director de Transporte llegara para decir lo que tuviera que decir se apareció al filo de las once y después de aceptar una cerveza que cortaba dijo "bien, les felicito a todos por esta hazaña tecnológica, imagino las grandes cosas que harán nuestro mecánicos en el futuro, cuando el bloqueo americano arrecie y no tengamos ni una sola arandela para reparar nuestros equipos, pero no olviden que lo mas que he podido lograr con mis superiores es que su avión o como le puso el hijo de Rafael (el guavión) solo haga un viaje de ida y vuelta, de prueba hasta Yaguajay con los viajeros que ustedes decidan y que cuando regrese lo metan de nuevo en el hangar hasta ver que se puede hacer, no olviden que se trata de una cosa superinédita y admito que es una lástima que no se pueda invitar a los americanos de aquella Comisión Investigadora ni a la Revista Life pero ustedes saben mejor que yo como está la cosa con los yankees, en caso de que el viaje resulte tengo pensado plantear que como el tema del transporte público está que arde porque también está siendo golpeado por el bloqueo americano pues no sería mala idea que el guavión dé algunos viajes semanales hasta que mejore la cosa o hasta que permitan que el guavión se incorpore como otro ómnibus mas y su dueño sea declarado integrante de la Asociación Nacional de Choferes de Alquiler Rama Excepción, pero, ojo, esto solo es lo que tengo pensado, no hay nada seguro, asi que me avisan cuando piensen dar el primer viaje para preparar el asunto con el Gobierno, el permiso para eso lo tenemos, así que después veremos". Hubo un aplauso unánime. Nada - dijo el primo - que un amigo de los tiempos del Pre es como...otro primo". Tengan cuidado de todas formas - agregó el Mayimbre del Transporte en la ciudad. En el patio de la casa le tiró el brazo sobre los hombros y le dijo "no quiero ni pensar que al parecer estamos entrando en una era que pudiera llamarse DGM, o sea Durante la Gran Mentira". El primo le quitó el brazo de sus hombros y le susurró "mejor vete pal carajo camepinga y cállate, oye". El Gobierno Municipal dio marcha atrás con el permiso que había emitido para que el guavión pudiera dar su primer viaje. Ahora exigió que hubiera una ranfla suficiente larga a la entrada de Yaguajay para que pudiera doblar y volver a colocarse de frente o al menos dar marcha atrás hasta que pudiera lograrlo. Además, exigió que el viaje se realizara por la madrugada para evitar a los curiosos y para eliminar publicidad innecesaria aunque ordenó que dos carros se cruzaran con el guavión mientras iba hacia Yaguajay y otros dos lo hicieran cuando regresara a Caibarién como prueba importante. Los carros tenían que ser dos máquinas y dos camiones de seis ruedas porque ese "era el tipo de transporte que generalmente circulaba todo el tiempo por la carretera". Muy pronto una motoniveladora de Mayajigua construyó dos ranflas poco mas largas que el guavión a ambos lados de la carretera y un observador del Gobierno de Caibarién le dio el visto bueno cuando fue allí para inspeccionarla. El observador dijo que en caso de que el viaje de prueba tuviera éxito y las autoridades permitieran que el guavión pudiera tirar pasaje como cualquier guagua pediría al Gobierno Municipal de Yaguajay que construyeran una pequeña nave provisional que fungiría como Terminal del guavión porque él no veía la manera de que el guavión pudiera entrar y salir del pueblo sobre todo por el largo de su fuselaje. Los interesados estuvieron de acuerdo y decidieron que el gran viaje de prueba se llevaría acabo el próximo domingo por la madrugada. Para el sábado tenían asegurada la participación de los carros de Gualterio y de Jesús el Negro y los camiones de Legarreta y de Bicho el del Ford  del 48. El exempresario sabía que él tenía que ser el conductor del guavión porque si la cosa salía bien y daban el permiso de circulación y de trabajo pues nadie mas que él era quien tendría que conducir su "engendro".  Los invitados que iban a hacer el viaje de prueba llegaron todos antes de las diez de la noche del sábado. O sea los cuatro mecánicos, los diez picapiedreros, los dos tapiceros, los cuatro chapisteros, el Arriero y su familia, Rafael Ramos, Onofre Leyva, Eliseo Cabrera, el primo del exempresario y la familia del exempresario que incluyó al cuñado que lo asesoraba en materia agrícola y el observador del Gobierno de Caibarién porque el Director de Transporte y gran amigo del primo se disculpó porque su mujer estaba casi de parto y por nada del mundo se perdería este otro gran acontecimiento. A la una de la madrugada del domingo el exempresario prendió el motor de la "guagua americana reparada" y lo estuvo calentando durante cinco minutos. El primo copiloto le dijo "arranca ya que esto está de paquete" y el exempresario comenzó a mover al guavión. Comenzó a hacerlo como lo había hecho montones de veces durante los ensayos en el gran solar de su nueva casa. Ningún pasajero tenía miedo y estaban disfrutando del viaje de treinta y tres kilómetros como lo estaban disfrutando los niños. El guavión salió del hangar - el hangar sería la Terminal del guavión en caso de que las autoridades dieran los permisos correspondientes -, dobló al este y se detuvo cuando llegó a la carretera de Remedios por disciplina porque no venía nadie en sentido norte a esa hora. Enseguida continuó por el camino que años después sería una calle del Reparto  Crucero, volvió a doblar al norte por la antigua pista del antiguo aeropuerto, continuó sobre la hierba y finalmente llegó a la carretera y dobló al este sin ninguna dificultad. El exempresario se sentía un tanto extraño porque la cabina del avión estaba un poco mas alta que el timón de su Plymouth 57 pero el primo le dijo que de todas maneras a esta hora "no había hormigas bravas que ver en el pavimento". El exempresario sabía que tenía que acelerar al máximo para llegar sin problemas hasta la cima de la Loma de Cambaíto y después de poner todas las velocidades pertinentes sintió como el guavión se movía como si fuera un auto deportivo sobre el asfalto y los pasajeros no pudieron evitar el aplauso cerrado. Enseguida el guavión llego a la cima y el exempresario se dio cuenta de que no había ninguna luz encendida en las casas del barrio de Cambaíto y se dispuso para presionar los frenos cuando comenzara a bajar la colina en un viaje que llegaba prácticamente hasta la Línea de vía estrecha del Gascar Caibarién/Chambas. Pero el guavión nunca bajó hacia el plano inclinado de la colina. El guavión no bajó su morro de exavión Boeing 707. El guavión continuó ascendiendo como si la carretera subiera hasta el infinito y el exempresario se dio cuenta de que ahora no se movían sobre el asfalto. Miró hacia abajo y se percató de que todo en la tierra se alejaba de él. Respiró profundo y miró al primo. El primo estaba sin aliento. Cojones, todo lo que tenga que ver con este  maldito apararato tiene que ser especial, qué coño estará pasando ahora - logró articular mientras veía como la tierra se alejaba mas y mas y ya no sabía ni por donde estaban volando. Los pasajeros seguían aplaudiendo y gozando del viaje del guavión y a ninguno se le ocurrió mirar por las venanillas. No pienses en tus hijos ni en los viajeros que tú verás que a nadie le pasará nada, concéntrate, solo concéntrate y....vuela - agregó el primo. Concentrarme en qué, compadre, el timón no responde, no responde para nada, y aunque los mandos respondieran a mis órdenes para qué carajo querría que me respondieran si no me hacen caso, para dónde cojones crees que volamos - el exempresario se percató de que los pasajeros todavía no se habían dado cuenta de que ya no rodaban sobre el asfalto sino que volaban entre los cielos bajos del este de Cambaíto. El primo pegó la nariz a la ventanilla y dijo "aunque no lo creas volamos sobre la Loma con rumbo sureste y si no me equivoco estamos a un paso de Lomavalla". Pero cómo demonios este maldito guavión puede volar solo, sin alas, a ver dame una mordida en el brazo para ver si es que estoy soñando - el exempresario golpeó tres veces el timón con sus dos manos y terminó por hacer descansar su cabeza orlada con la gorra del Almendares sobre él. El primo lo mordió muy fuerte en el mollero y el exempresario gritó "cojones, no tomes mis malditas palabras al pie de la letra". Comprobado, no estás soñando - dijo el primo. Los parientes no hicieron nada mas. Dejaron que pasara lo que tenía que pasar y se prepararon para morir estrellados contra el diente de perro de Lomavalle si es que el guavión no seguía volando durante toda la eternidad. Pero el guavión desaceleró, comenzó a planear en círculos sobre la Loma, lo hizo como cinco veces y cuando alcanzó su mínima velocidad se desplazó por el espacio de manera semiinclinada como enfilando una pista y aterrizó sobre la copa de unos árboles idénticos como si hubiera sido dirigido por el mejor piloto del mundo. Autoapagó su motor, se reacomodó sobre los árboles y los primos se levantaron de sus asientos sin poder pronunciar una sola palabra, técnicamente mudos. Cuando abrieron la puerta se dieron cuenta de que estaban como a dieciocho metros de la tierra y se dieron cuenta, además, de que la tierra allí estaba cubierta de pasto verde y de que por el oeste una hilera de caobas jovencitas se extendía hacia el norte. Los primos se miraron. Será posible - dijo el exempresario. Qué tipo de imán será el de ahora que ha sido capaz de halarnos desde la Loma de Cambaíto - agregó el primo -, porque creo que se trata de lo mismo. Para entonces todos los viajeros estaban dormidos excepto el Arriero que se les acercó, medio somnoliento. Qué, ya llegamos - preguntó - nos dormimos todos, ni siquiera me di cuenta si los carros que venían de Yaguajay se cruzaron con nosotros. Ven, acércate a la puerta - le pidió el exempresario. El Arriero se desperezó moviendo la cabeza en forma de círculo y se asomó al vacío. Frunció el entrecejo. No estás soñando - dijeron a coro los parientes. De modo que le explicaron todo lo que había ocurrido desde que habían llegado hasta la cima de la Loma de Cambaíto y aunque al Arriero le costaba trabajo creerlo no tuvo mas remedio que asumirlo y sentenció "claro que los seis cedros han crecido, lo sé, y también lo están haciendo las caobas del Vivero de Plateros, no se vuelvan locos, dejen que la gente siga durmiendo en lo que yo voy a buscar la escalera americana al lugar en donde la tengo escondida, es muy cerca y no tendré que llamar ni a mi yegua Perlafina. para que me venga a buscar". El Arriero se lanzó sobre la copa del segundo cedro de la primera hilera al norte y enseguida estuvo en el gran vástago desde donde bajó en siete segundos hasta el tronco gateando al revés como un experto desmochacocos con trepaderas de pie. Los parientes recorrieron el pasillo del guavión hasta donde había pasajeros dormidos y cuando regresaron a la cabina estuvieron a punto de tirarse del guavión y esperar abajo al Arriero pero se dieron cuenta de que no podían dejar solos a los pasajeros. Trece minutos después el Arriero regresó con la escalera y dijo, en voz alta, que estaba seguro de que era tan larga que aún llegaba hasta la puerta del guavión como había llegado la otra vez cuando los cedros eran cedros bebé. Efectivamente la estiró y el extremo se pasó un metro de la puerta del guavión. La corrió un poquito hacia atrás y cuando estuvo debajo del fondo de la puerta subió hasta el guavión. Ahora, ustedes se encargan de despertar a la gente, no les den ninguna explicación y les obligan a bajar muy rápido que yo les espero abajo para acomodarlos entre las hileras de caobas hasta que todos estemos juntos a salvo y después veremos qué hacer - les pidió. Diez minutos después todo el mundo había bajado por la escalera americana y ni siquiera cuando fueron acomodados entre las hileras de caoba sabían de qué se trataba. La somnolencia había dado paso a un estado contemplativo que ni los primos ni el Arriero podían explicarse. Entonces el Arriero le dio un chiflido a su yegua Perlafina y tres minutos mas tarde el animal se apareció en donde descansaban los viajeros del guavión.  Pero el Arriero explicó que no haría lo que había pensado hacer. Era demasiado tarde, todo el mundo era gente joven y sana y nadie podría hacer nada por ellos, además, conocían el camino de regreso y estaba seguro de que antes del amanecer, a pie, estarían en Caibarién. Así que los viajeros obedecieron como autómatas y le siguieron por entre los surcos de las caobas jóvenes. Los primos cerraban la comitiva. Cuando el exempresario puso la punta de su zapato trasero en la primera pulgada de terreno llano la explosión fue seguida de una llamarada de candela tan portentosa como las llamaradas de cien hornos de mil sacos que se volaran a la vez. El Arriero no dijo nada. Le pidió a los primos que lo acomapañaran hasta el lugar de la explosión porque ellos sabían de qué se trataba y dejó a los viajeros al cuidado del cuñado del exempresario y de los diez picapedreros que eran los que mejor se veían. Debajo de los seis cedros adultos las cenizas del guavión gruñían como bisagra sin lubricante y según les pareció a los hombres las cenizas del guavión cabían muy bien en un tanque de cincuentaicinco galones. Los seis cedros habían soportado la explosión y la posterior caída del guavión de manera ejemplar y no tenían dañada ni siquiera una hoja. Sobre las cuatro y media de la madrugada llegaron a Dolores y sin tomarse ni un minuto de descanso continuaron hacia Caibarién. Todavía los viajeros excepto el cuñado del exempresario, el Arriero y los diez picapedreros estaban en shok y no sabían lo que había ocurrido. Para entonces los camiones del Bicho y de Legarreta esperaban en el entronque del viejo aeropuerto en Caibarién sin saber a qué atenerse junto con las máquinas de Gualterio y de Jesús el Negro. Como no se habían cruzado con el guavión habían llegado hasta El Cayo para contar a sus amigos lo que "no" había pasado. Porque la luna estaba como el día y ambos choferes estaban absolutamente seguros de que la desaparición no tenía nada que ver con un accidente. A menos que nos hayan jugado una broma y estén metidos en alguna guardarraya por ahí - dijo Gualterio. Qué va, Gualte, este es un asunto muy serio para que los interesados vayan a joder con bromas pesadas. - agregó Jesús el Negro. Los cuatro hombres decidieron avisar a la Policía sobre las ocho de la mañana que era cuando creían que la Estación de Policía abría sus puertas. Cuando estaba amaneciendo la comitiva comenzó a bajar la Loma de Cambaíto y se cruzó con los hombres que tenían fincas en el campo y que iban a trabajar y los hombres se quedaron perplejos porque era la primera vez que se cruzaban con tanta gente que caminaba como si lo hiceran drogados a hora tan temprana de la mañana. Los dos camiones y las dos máquinas llevaron a los viajeros hasta la casa del exempresario en donde todos cayeron rendidos como si les acabaran de dar un somnífero. Después de una semana de pesquizas y de entrevistas la Policía Local bajó la guardia y mandó por la Policía Provincial. Una semana después fue la Policía Nacional la que tuvo que morder el cordobán y aceptar su derrota en materia  investigativa. Los mismos peritos que habían trabajado con los norteamericanos durante el  primer accidente en Lomavalla dijeron que no tenían nada que agregar y que por ellos el caso estaba cerrado. Los viajeros terminaron por recuperar la razón después de un mes internados en el Hospital Siquiátrico de Santa Clara pero pasarían años antes de que asumieran de verdad lo que había pasado después de que el guavión hubiera vencido la Loma de Cambaíto. El Director de Transporte, el primo del exempresario y el Observador del Gobierno Local fueron despojados de sus cargos y se salvaron de una condena real porque en el accidente no se habían producido muertes. Muy pronto se irían, de manera cladestina, para los Estados Unidos. El exempresario permitió a su mujer que aceptara una plaza como Técnico de Farmacia en Camajuaní porque no hallaba como dejar a sus padres y a su hermano e irse para Miami. El exempresario se convirtió en un magnífico hombre de campo y muy pronto sus cien cordeles estaban produciendo tanto como las tierras de su suegro. Pero cuando su mujer fue despedida porque era la esposa de un hombre que "tenía dinero americano fuera del país" y cuando sus hijos fueron insultados públicamente por maestros y alumnos convocados sus propios padres le pidieron que se fuera para Miami y que se olvidara de momento de ellos porque "esto no podía durar mucho y porque la preferían lejos que denigrada por un sistema que no era lo que se pensaba de él en los tiempos gloriosos". De todas maneras su hija no era el primer caso ni sería el último que había tenido que salir del país delante de ofensas, maltratos y vejaciones de una pandilla de desalmados que no le hacían ningún favor a una Revolución que se catalogaba, aún,  de "tan verde como las palmas". Así que un domingo por la madrugada salieron desde un lugar en la costa sur, cerca de Casilda, Trinidad, en un barco camaronero cuyo patrón era amigo de un amigo pescador de Caibarién y en pocas horas los depositó en las playas de Gran Caymán. Los amigos empresarios de las Islas Inglesas ahora le compraban crustáceos a los pescadores de Trinidad y Tobago y le ofrecieron trabajo en la rama pesquera que él deseara. El se lo agradeció pero les dijo que pensaba seguir hacia los Estados Unidos en donde lo esperaba su primo que estaba trabajando con gente de Caibarién en una Compañía Langostera de Cayo Largo en La Florida y que, además, le había comprado una guaga nuevecita de paquete por si quería dedicarse al transporte de pasajeros. Un mes mas tarde había tomado poseción de todo su capital en Gran Caymán y el Gobierno de los Estados Unidos le concedió asilo político. Le dijo al primo que no, que vendiera la guagua porque lo que a él le gustaba también era el asunto del mar y mucho mas si se trataba de langostas de Los Cayos de La Florida. Cuándo crees que podamos montar nuestra propia Compañía - le preguntó un día al primo cuando faenaban al sureste de Cayo Hueso. Dentro de tres meses, tengo acciones en esta Compañía, gano muy buen dinero y a mí también me encantaría ser independiente - el primo le miró y sonrió socarronamente. Cuánto tienes en realidad - inquirió. El exempresario se lo dijo. Cojones, muchacho, con eso nos independizamos ahora mismo y hasta podemos comprar la Compañía de mis amigos porque sé que quieren vender para dedicarse al negocio de la Construcción. Cuatro meses después los primos estaban comandando la Compañía  Ocean Guavión de los Cedros Idénticos y su negocio iba viento en popa. Cuando la vida del exempresario - que ahora habia vulelto a ser Empresario - comenzó a tomar su rumbo definitivo llamó a su amigo el Arriero que "por nada del mundo iba a dejar a su país" porque fuera de vivir en una loma llena de diente de perro él sabía "que no tenía nada que hacer allá excepto, tal vez, resolver algunos asuntos a un par de comemierdas desde aquí". El empresario terminó por casi morirse de la risa y le preguntó que si de verdad no le hacía falta algo que solo se encontrara en los Estados Unidos. No gracias, hermano...bueno, tal vez una escalera de aluminio americana, de esas que estiran y que sirven para subirse a los aviones accidentados en los montes cubanos porque la que tú conoces me la robaron y nunca he podido encontrarla. No, en serio, qué te hace falta. Está bien, cuando me escribas de nuevo incluye dos cuchillas Gillete dentro del sobre porque ya el Niño también está cerrado en barba. Muy bien, hermano, así será, mañana irá el primer envío...espuma no te mando porque sé que lo que tú usas es leche de guevoegallo calentada al sol para afeitarte. Vete para el coño de tu madre, maricón. Dale, muchacho un abrazo para todos....ah, que se me olvidaba, necesito el teléfono de los dos americanos que fueron por última vez a tratar de resolver el asunto del avión, los tendrá acaso. Los tipos del imán - inquirió por joderlo - claro, dame un minuto. El Empresario esperó. Anota ahí. Como la última aventura del avión americano no había tenido ninguna publicidad y las autoridades cubanas al fin pudieron salir de "ese embrollo capitalista" pues nadie en el país ni en el resto del mundo se había enterado del accidente ocurrido en el mismo lugar de los hechos anteriores. Uno de los norteamericanos había muerto en un accidente mientras escalaba una montaña en el estado de Washington pero el otro contestó al teléfono. El Empresario podía comunicarse perfectamente en inglés de modo que no tuvo que acudir a la ayuda de sus hijos. El hombre lo recordó perfectamente y enseguida preguntó por su familia y por el Arriero. El Empresario lo puso al día en relación con el historial del fuselaje del Boeing 707 desde el mismo minuto en que ellos se habían ido en una chalana carbonera por la costa de Guaní. El americano dijo que le daba mucha alegría saber que habían podido salir de "ese infierno" y le felicitó por su nuevo éxito en el negocio langostero. Después de una pausa le dijo que lo que le iba a decir podía parecerle una broma de mal gusto pero que en verdad no se le ocurría mas nada con respecto a una información que posiblemente fuera la primera información recibida por nadie acerca de un accidente tan extraño que solo podía aceptarlo porque se lo contaba una persona  muy seria y en sus plenos cabales. Agregó que era una lástima que no le dejaran entrar de nuevo a Cuba porque entonces estudiaría las cenizas del guavión y tal vez esta vez sí llegara a alguna conclusión decente. El americano hizo una última pausa y concluyó "el avión sufrió mucho cuando fue prácticamente absorvido por los imanes de Lomavalla, durante su cautiverio encaramado sobre los cedros, durante el traslado hacia el llano y hacia el pueblo y sobre todo cuando fue convertido en un ómnibus mediante uno de los mejores trabajos de ingeniería mecánica que yo recuerde, por tanto - y como algunos especialistas en aviación aseguran - los aviones son como las personas, sufren, sienten y padecen y tienen una excelente memoria, así que la única explicación que tengo para su pregunta es la siguiente, el Boeing reconvertido en ómnibus de pasajeros recordó. oiga bien, recordó, que alguna vez había sido un avión de primer nivel y enseguida que percibió que subía una loma por muy pequeña que fueran sus dimenciones y se dio cuenta que su naríz apuntaba hacia arriba pues levantó el vuelo como cualquier avión que se respete y voló como cualquier avión que se respete porque también recordó que alguna vez había tenidos dos hermosas alas, ahora bien, eso de su trayectoria exacta hasta el primer lugar de los hechos, el aterrizaje normal sobre los cedros como si los árboles fueran un aeropuerto y la somnolencia de algunos pasajeros es un tema del que no puedo hablar porque creo que entra en el peliagudo asunto de las cosas paranormales, de la metafísica y qué sé yo de cuantas cosas mas que todavía son un misterio insondable para el diminuto cerebro del hombre".  El Empresario le agradeció el tiempo que se había tomado para charlar con él y le pidió que si alguna vez venía por La Florida que no dejara de visitarlo. El americano le preguntó que de qué parte de La Florida era. Vivo en Cayo Largo - dijo. El Empresario le dio la dirección cuando se la preguntó y el americano se echó a reír antes de decir "dígame que es una broma". No, amigo, estoy hablando en serio. Por favor, mire para el patio de la casa de al lado - pidió el americano. El Empresario lo hizo. Qué es lo que ve - inquirió. Veo a un hombre con dos guantes y con una pelota de beisbol. Exacto, eso es lo que ve, ahora el hombre se va a voltear, mire a ver si lo conoce. El Empresario se colocó la mano derecha a manera de vicera sobre la frente y enseguida se dio cuenta que se trataba del americano investigador, del hombre que acababa de darle la respuesta mas rocambolesca que había escuchado en su vida. Muy bien, si usted es cubano y yo soy norteamericano y ambos compartimos la pasión por el beisbol creo que no hay nada mas halagador para celebrar la nueva vecindad que nos convoca que comenzar a tirarnos unas bolas. Entonces usted sabía que yo vivía aquí desde que se mudó para su nueva casa - preguntó el Empresario. Por supuesto, llevo tres días aquí y estoy reparando el segundo piso antes de que llegue mi esposa y mi nieta y apenas bajo a la tierra pero desde que lo vi tirándose bolas con sus hijos supe que se trataba de usted pero usted se me adelantó con su llamada y me obligó a dar la respuesta mas extraña que recuerdo haber dado a alguien en toda mi vida. El americano cruzó la puerta de su propiedad y le estrechó la mano. Bienvenido - dijo. Bienvenido - dijo el Empresario. No vengo de vacaciones, venimos para quedarnos, acabo de jubilarme y vengo para pescar y para navegar por la Corriente del Golfo - mi yate llegará desde Naples la semana que viene -, para tratar de olvidarme de los aviones y para escribir mis memorias que ahora tendrán que incluír todos los detalles del maldito Boeing 707. La señora del Empresario y los niños llegaron para saludarlo. Lo recordaban perfectamente. Y tú que edad tienes - le preguntó al hijo mayor del Empresario. Quince - respondió el muchacho. Eres un año mas viejo que el hijo del Arriero, sabes bailar salsa como se baila la salsa entre cubanos - agregó. Claro, soy un trompo. El americano lo midió de pies a cabeza. Pues mas te vale porque mi nieta tiene tu misma edad y está cansada de bailar salsa con americanos de Cleveland que no saben mover ni un pie - dijo. Su nieta es rubia - preguntó el chico. Te perdono esa pregunta porque yo te pregunté si sabías bailar salsa como la bailan los cubanos y sé que eso fue una ofensa así que te respondo que mi nieta es del norte, de Ohío, de Cleveland - el americano  puso sus manos abiertas en las espaldas de los dos chicos y les dijo "ahora déjennos solos que vamos a tirarnos bolas en mi patio trasero". Cuando terminaron de tirarse bolas el americano buscó dos cervezas Bud Waiser y se sentaron en el asiento norte de un columpio nuevo que estaba debajo de un pino joven. Todo eso que me contaste sobre el avión es cierto - preguntó el americano. Tengo todas las fotos necesarias que pueden probarlo, quizás no las veinte mil que hicieron usted y su socio cuando eran parte de la Comisión Investigadora pero tengo suficientes de verdad, le gustaría verlas - al Empresario no le gustaban las cervezas americanas pero simulaba que estaba disfrutando la Bud Waiser al máximo. Por casualidad recogió usted algunas muestras de cenizas en el lugar de la explosión - volvió a preguntar. Sí señor, eso hice e incluso las saqué de Cuba y las tengo aquí. Cuándo cree usted que podría echarle un vistazo a esas fotos y a esas cenizas. Cuando usted desee. Deseo que sea mañana. Hecho - dijo el Empresario. Solo las deseo como cosas coleccionables, quiero que sepa usted eso - el americano lo observó por si veía algún indicio de decepción en el rostro del cubano. El empresario - que se había pasado gran parte de su "vida revolucionaria" intentando tener dos caras - contestó "no hay problemas". Pero sí estaba decepcionado.
Como todavía faltaba casi una hora para el almuerzo les pedí a mis fieles oyentes que me siguieran un momento afuera, hasta el lado de los baños, al oeste de los albergues. El Vaquero me pidió que "por favor no les fuera a contar la tercera parte del asunto del guavión porque se iba a sentir como los viajeros drogados". Me lo dijo aguantando la risa y le dije que la historia terminaba con los dos hombres tirándose bolas sin saber en realidad qué había pasado con el guavión y su historia espeluznante. Mi amigo Lelén no pudo aguantar la pregunta que se le estaba saliendo del estómago. Tú eres el hijo de Rafael, verdad. el que inventó la palabrita - soltó. Que tú cres - respondí. Nos sentamos en una especie de acera que había detrás de los baños sin techo. Hoy perdimos el día por lo tanto el central no tuvo la caña de nosotros que esperaba este sábado, así que perdió y nosotros ganamos porque ellos trabajan para cumplir normas - dije -, se me ocurre lo siguiente porque tenemos que dar otro golpe a la zafra de 1980, miren, mañana vamos a decir bien alto que como no hay quien se coma la comida que nos están dando pues no nos quedó otro remedio que seguir robando las yucas del campesino que vive casi dos kilómetros al norte de los albergues para comérnosla con manteca de coco y bajarla con aguazúcar, entonces el Lunes todos los que estamos aquí ahora mismo vamos a amanecer con vómitos y diarreas porque la manteca de coco nos cayó mal y por tanto no podemos ir a trabajar, si nos quieren llevar al médico que lo hagan o si no que nos dejen recuperándonos en los albergues, ese será otro golpe seguido a la zafra para que los mayimbes se halen los pelos hasta quedarse calvos porque los que perderemos el día seremos los mejores cortadores de caña de la Brigada Manuel Hernández, ustedes saben que no habrá problemas con el salario porque el hombre de los papeles que tienen que ver con el peso de la caña, el computador, es mi amigo y él sabe de qué se trata, ya sé que esto lo hemos hecho otras veces y sé también que es peligroso pero el que no quiera hacer la huelga que no la haga y no hay lío y por supuesto solo tiene que quedarse callado. Mis amigos orientales y algunos villareños dijeron "presente" y enseguida regresamos al albergue. En realidad eran tiempos en que la alimentación estaba muy mala, pésima podríamos decir. Muy poca, mal cocinada y tan mezclada que a veces no sabíamos como nombrarla. Me dí banquete poniéndole nombres y ello provocaba la risa y los nuevos nombres terminaban por imponerse. Por ejemplo por las mañanas daban como desayuno un poquito de café que sabíamos contenía mas del cincuenta por ciento de chícharo molido y en verdad no había quien se lo pudiera tomar con delectación. Yo bauticé el café de nuestro desayuno como "cafícharo". Apenas nos daban carne y a veces se aparecían con un tipo de carne que estaba entre el bacalao, la pata y panza y la carne de res. Tampoco era fácil de digerir. Yo le nombré "carnecalao". En verdad casi nunca faltaba la carne rusa, una carne al jugo, llena de fibras, de res o de cerdo que era una maravilla. Solo que los cocineros se la daban a sus amigos y por tanto no alcanzaba para el tiempo que tenía asignado hasta el nuevo envío y ello equivalía a que nos dieran una ración ridícula. Admito que yo no era tan amigo de los cocineros pero sí era amigo de sus amigos y además, ellos sabían quién era yo y siempre me incluían entre los favorecidos. Mi gran hermano/amigo Lelén era quien siempre me invitaba a los alrededores del albergue en donde se salcochaba la yuca e incluso me traía la carne rusa con yuca hasta mi misma cama cuando yo estaba haciendo algo y no podía ir a cenar. La yuca robada al campesino y la carne rusa resuelta resolvió a medias mi gran problema con la comida. Digo a medias porque lo que tocábamos por persona no me llenaba. Pero resolvía y cada cual cogía la misma cantidad. Por tanto puedo decir que evitó que me enfermara con anemia a pesar de las fugas de casi todos los fines de semana a mi casa en donde sí podia recuperarme un tanto del hambre crónica del albergue. El lunes ninguno de mis amigos del Sindicato Clandestino fue al trabajo debido a una "indisposición general que nos había afectado a todos los que comimos yuca salcochada con manteca de coco". La Brigada Manuel Hernández no pudo cumplir su meta del día, el central Bolivia dejó de moler parte de la caña del plan de ese día y nuestros jefes superiores cogieron tremendo rapapolvo de parte de la plana mayor del Batallón. El lunes por la noche la yuca salcochada con carne rusa no nos afectó el sistema digestivo y al marte volvimos a los campos de caña como si la cena del día anterior hubiera sido comida criolla de la buena. Entretanto los días pasaban y mi Baja estaba caliente caliente.


Sweetwater, Miami, Florida,
Usa.
Mayo 30 del 2020.
Luis Eme González.








No comments:

Post a Comment