Saturday, February 29, 2020

Romper el cascarón.-

Tomado de Grandes Nostalgias.


En Junio de 1967 terminé el quinto grado con notas de excelencia en la Escuela Félix Varela de Plateros, Municipio de Yaguajay. Las pruebas finales del Curso fueron ordenadas por el Ministerio de Educación Municipal en la Escuela de Cambao, a unos tres kilómetros al Este de Plateros. Para entonces el sexto grado se hacía allí porque la matrícula continuaba disminuyendo en Plateros a pesar de que el número de chicos aumentaba en las familias. Todavía se arrastraba el estigma de "no asistir a la escuela, para qué". Recuerdo que la prueba de Matemáticas contenía un ejercicio muy difícil y que fue mi amigo Osnel Lara Salado quien logró resolverlo al fin y le sopló la respuesta a todo el mundo. Osnel no continuaría sus estudios pero jamás olvidó aquel atisbo de genialidad y siempre me lo recordaba cuando hablábamos de los tiempos en que habíamos sido felices. Por supuesto que ya yo sospechaba que las Letras acabarían por aplastar, definitivamente, a los Números en mi concepción vocacional. Porque yo era un muchacho de "composiciones", de grandes "análisis históricos" y de respuestas "bonitas" mas que de Quebrados y de Aritmética. El famoso ejercicio no iba a decidir aprobar o no aprobar la prueba final y por ende pasar de grado. Pero, ciertamente, sirvió para redondear la nota. Miguel "eldemilio" Martínez y Ausberto "cotorrón" Martínez habían acabado el sexto grado en Cambao y serían los últimos en hacerlo. Ya lo habían hecho mi primo hermano Imeldo Siverio, Mirtha "lademilio" Martínez y Célida "ladeagustín" de La Rosa. Su hermano Luis Enrique Siverio fue el último que venció el sexto grado en la Escuela Félix Varela de Plateros. Creo que le acompañaron entonces María Julia "ledeliseo" Cabrera, Aleida "ladepito" Fumero y Armando "eldemilio" Martínez. Amaury Cabrera y yo seríamos los primeros en hacer el Sexo Grado becados.  En verdad no había suficientes alumnos con interés de estudiar - ni padres que los motivaran - y ningún progenitor "diferente" quería que sus hijos tuvieran que viajar solos a las ciudades de Yaguajay o de Caibarién que estaban a dieciciete  y a quince kilómetros respectivamente. Plateros pertenecía al Municipio de Yaguajay aunque Caibarién era la ciudad más cercana y la que más visitábamos porque tanto como por su importancia global era la ciudad "regional" en donde todo se resolvía si descontábamos a la capital de la  provincia de Las Villas, Santa Clara. Así que mis padres se prepararon para "tener que becar" al hijo en donde lo decidiera "la Revolución". Se hablaba de que el lugar sería "el Hogar de Centeno", una escuela enclavada en pleno campo, a cuatro kilómetros al oriente de Yaguajay y en donde se trataba de hacer realidad el gran postulado martiano que hablaba de "combinar el trabajo con el estudio". El Hogar de Centeno era una escuela que había sidio edificada antes de la Revolución con ínfulas de Escuela Técnico Profesional. Cumpliría once años en Agosto y jamás había salido de "debajo de la zaya de mi mamá". Era un niño de "puertas adentro' al cien por ciento. Pero había asumido que no teníamos alternativas, que la "beca" era la palabra de moda en la Cuba de entonces. Incluso la beca también era una solución para las familias de la ciudad cuya situación económica no era tan solvente. Por nada del mundo mi padre dejaría de hacer todo lo humanamente posible porque yo siguiera estudiando y no tuviera que dedicarme "a lo mismo a lo que él se había dedicado toda la vida". Mi madre le secundaba pero tendría que hacer de tripas corazón entre el dolor de verme fuera de la casa y los deseos de tenerme cerca. Recuerdo que yo estaba muy ansioso. Por supuesto que no quería becarme. No tenía ni la menor idea de como lo iba a resolver. Pero también era verdad que me encantaba estudiar y estudiar el sexto grado pasaba por tener que dejar el campo. A mis padres jamás se les ocurriría ni siquiera pensar que yo pudiera viajar cada día, solo, a las escuelas de las ciudades más cercanas. Entonces comenzaron los preparativos. Porque si no hay opción la única opción es la única opción.
En 1967 se habían "acabado" algunas cosas. La "Revolución" había terminado con los "bandidos" que intentaron levantarse contra ella  a principios de los años sesenta y por tanto ya no había guerra en las montañas. La Campaña de Alfabetización había convertido a Cuba en "el primer territorio de América Latina libre de analfabetismo" y el período había cerrado con aquel edulcorado himno a todo tren "somos la Brigada Conrado Benítez, somos la vanguardia de la Revolución, con el brazo en alto cumplimos una meta, llevar a toda Cuba la alfabetización". Todavía quedaban algunos oasis de propiedad privada pero el "proceso" continuaba a marcha forzada la etapa de las nacionalizaciones e intervenciones buscando hacer del "pueblo" el verdadero dueño "de los medios de producción y de la riqueza nacional". Los "rusos" habían suplantado, definitivamente, a los americanos en el subconciente popular. Nadie los veía nunca pero todos sabían que estaban por "ahí". Los primos y los vecinos mayores se habían casado o tenían novias. Las primas y las vecinas mayores también se habían casado o tenían novios. Habían llegado nuevos hijos. Los mas pequeños habían dejado la escuela en el quinto grado o antes y se dedicaban a perder el tiempo o a trabajar ocasionalmente. Algunos habían sido llamados al Servicio Militar Obligatorio y en verdad ello era mucho peor que estar becados porque la palabra "militar" implicaba otras cosas mas serias e implicaba también estar muy lejos y prolongar la ogonía familiar. Los vecinos se estaban poniendo viejos y ello implicaba que la rutina de la hermosa vida casi bucólica del ayer estaba cambiando a pasos agigantados. Algunos comenzaron a morirse de manera alarmante. Todo era consecuencia infalible de nuestro crecimiento. Mientras pescaba en el Río de mi Infancia y trataba de coger a las últimas palomas de temporada antes de que mi padre arara la tierra para la cosecha de frijoles pensaba que mis días felices se estaban acabando. La beca se llevaría en la golilla a maestras del calibre de Elia "ladelvivero", de Gladys "lamulata" Mayea Siverio y de mi "novia" Belkis "labelladenarcisa". Se llevaría también a los primos y a los amigos para sustituirlos por nuevas caras y comportamientos de manera forzada. Nos obligaría a desayunar y a merendar y a comer cosas nuevas sin que nadie contara con nosotros para saber si lo deseábamos. Nos obligaría a dormir entre desconocidos y a percibir otros olores, a bañarnos en bandadas, a usar servicios diferentes, a soportar nuevas órdenes, a respetar nuevos maestros, a morirnos de nostalgia y de dolor mientras llegaba el domingo de la visita porque todos sabíamos ya que los "pases" serían cada quince días. Todo el mundo hablaba de que una beca "era poco menos que una cárcel" y  agregaban que si uno "no lograba acostumbrarse a ella muy pronto terminaría por rajarse" y regresaría a casa para engrozar el grupo de los guajiritos analfabetos. Pero lo que mas preocupaba a la familia era el peliagudo asunto de la comida. Se aseguraba que lo que daban de jama en la beca "era una chinga", que mas que comida debía de llamarse "salcocho" y que no había "quien le metiera el diente". Mis padres estaban muy concientes de que yo había nacido diseñado para ser eternamente un "quimicoso" al que no le gustaba casi nada con el agravante de que, además, lo poco que me gustaba tenía que ser cocinado por mi madre. Algunos miembros de la familia me auguraban un futuro negro y aseguraban que me pondría como "una lombriz de flaco" y no descartaban que después del primer pase me quedaría en la casa. Nadie pensaba que yo dejaría de ser el "niño lindo de los isleños" por el simple hecho de que alguien intentara cambiar mis hábitos de comida. Sin embargo yo había oído decir que algunos muchachos mayores hijos de vecinos habían estudiado en el Hogar de Centeno y que consideraban a la Escuela en el Campo un centro de excelencia. También había asisitido, obnubilado, al primer pase de mi primo Germán Fumero, el hijo de Tío Pito, que estaba becado en Jinaguayabo, otra escuela en el Campo en el Municipio de Remedios (la casona del millonario Capestanni reconvertida en escuela) que, válido es decirlo, no tenía las características "martianas" de las de Centeno. Germa había regresado para el primer pase de su beca con un uniforme verde claro con vivo rojos en las mangas de la camisa y en los laterales del pantalón y con un kepi de iguales colores y toda la familia dijo que se veía "monísimo" con su nuevo atuendo. Yo no deseaba becarme ni aspiraba a vestir uniformes aparentemente vistosos. Las noticias de la beca eran, por demás, muy contradictorias. Pero sabía que al final del camino tenía que morder el cordobán y por tanto no dije nada porque había oído que algunos familiares me catalogaban ya como "un hombresito". Igual tendría que esperar. Todavía mis lágrimas eran vírgenes de ausencias.
Eliseo Cabrera tenía hermanos en Caibarién. Y deseaba que su hija María Julia estudiara allí. No era tarea fácil hacer traslados de esa índole pero él lo consiguio. Porque el macanismo de la palanca se consolidó en tiempos de Revolución. Estudiar y vivir en Caibarién hizo de María Julia una "poblana" y por ende alguien que poco a poco se fue esfumando de la memoria de los guajiros de Plateros. Pero Eliseo y su esposa Ana Pablo tenían un segundo proyecto educativo. Caibarién era Caibarién, era "la Regional" y era el pueblo grande que estaba mas cerca de la gran ciudad de Santa Clara. Para él - como para tantos - Yaguajay solo era "el culo del mundo". Todos se sabían la cuarteta que hablaba de cierto pueblo que era "el culo del mundo" y la repetían solo cambiando el nombre del pueblo real por el nombre de Yaguajay. Yaguajay, pueblo oscuro que tiene calles muy largas si el mundo tuviera nalgas Yaguajay fuera su culo. De modo que hizo las gestiones pertinentes para que su hijo Amaury también estudiara en El Cayo. Y también lo logró. A Eliseo Cabrera no se le ocurrió preguntar a mi papá si estábamos interesados en que nos tirara un cabo con sus contactos de Caibarién para tratar de que su hijo y yo continuáramos juntos los estudios.  Amaury y yo éramos muy amigos. Llevábamos bregando entre las aulas por cinco años. Y se nos consideraba unos chicos "muy aplicados e inteligentes", con gran futuro por delante. Amaury era mayor que yo pero estábamos en el mismo grado porque él había suspendido un curso por algún motivo que no preciso. Amaury tenía un mote: Tocino. También le decían "tocinete". No le gustaba que se lo dijeran pero en el fondo no tenía problemas con el apodo. Nunca le llamé así. No porque fuera mi amigo. Sino porque simplemente no me gustaba mucho nombrar a la gente que conocía por sus apodos. Yo mismo tenía un par de apodos que, por suerte, solo eran pronunciados en muy contadas ocasiones. Ya se sabe que Gabriel el Isleño me había puesto el mote de "pato" por mi manía de llegar a su casa y enseguida dirigirme hacia la tinaja para tomar agua. Algunas pocas gentes decían que yo caminaba con las piernas un poco abiertas, como mi padre, y por ello me decían "carrancheta". De modo que en medio de las vacaciones nos enteramos de que mi amigo haría el sexto grado en Caibarién. Para entonces todavía no habían avisado a mi padre de que fuera a matricularme a Yaguajay. Pero él no estaba preocupado porque Centeno era "el lugar seguro en donde harían el sexto grado los hijos de los campesinos del Municipio de Yaguajay". Sabíamos que allí muchachos de toda la provincia hcían la enseñanza secundaria y que los mayimbes del Educación estaban adecuando el plantel para que también pudieran estudiar los alumnos de sexto grado. En realidad todavía faltarían algunos años para que aparecieran los miles de maestros graduados y los montones de Secundarias Básicas en el Campo por toda la geografía del país. Dos anécdotas marcaron mi amistad con Amaury durante los cinco años en que estudiamos en la misma escuela. Estábamos enamorados de dos muchachas. De las mismas dos muchachas. Con ese amor enfermiso que solo busca ser reconocido y tenido en cuenta para después, en la soledad de la cama, dar rienda suelta al llanto extraño y a la satisfacción incomprensible. Una de las chicas era mucho mayor que nosotros y tenía fama de ser "la muchacha más linda de las aulas". La otra era de mi edad, por tanto contemporánea con ambos. Todavía esta no había decidido enamorarse de un chico de otro barrio que estudiaba en otra escuela y que cada mañana pasaba en su caballo, desmelenado, hacia Yaguey. El chico eran aún mayor que Amaury. Y por eso no tendría competencia en el futuro de un par de simples vecinos culicagaos. Un mediodía, cuando habíamos terminado la jornada escolar y volvíamos a casa, comenzamos a discutir a la altura de la cantarilla del arrollo de Tío Pito. Ibamos solos por la carretera. Para ambos las dos muchachas estaban enamoradas de uno de nosotros. El decía que él era el afortunado. Yo no tenía dudas de que el afortunado era yo. De la discusión a los primeros puñetazos no pasó ni un minuto. No había nadie que nos desapartara. La pelea estuvo pareja hasta que "el niño" me tiró un gancho a la barriga y lo colocó en el lugar exacto. Todavía yo no sabía que el golpe se llamaba uppercut. El caso es que me sacó del pleíto, medio que me doblé por la cintura, apreté los labios y seguí solo y cabisbajo hacia mi casa. Al otro día no habíamos cambiado la percepción que teníamos del amor que nos profesaban las muchachas pero muy pronto olvidamos la bronca de la cantarilla y continuamos viviendo de ilusiones. Amaury y yo nos sentábamos juntos. Tal vez en el pupitre tres que estaba en el lado izquierdo de la primera aula. Yo me sentaba contra la pared. Quizás estuviéramos en cuarto grado y la mulata Gladys Mayea Siverio, de Santa Clara, fuera la maestra. A media mañana comienza a percibirse un ligero olor a mierda. Todos los alumnos comenzaron a mirar debajo de los pupitres y en la suela de sus zapatos. El olor se hizo casi insoportable y la maestra recorrió toda el aula e incluso se fue hasta el aula del fondo en donde estudiaban los alumnos de los grados inferiores. Imposible encontrar el origen de la peste. Cuando el mal olor se había apoderado de toda el aula la maestra pidió que - por favor - si algún alumno se había "hecho" porque le dio pena pedir permiso para ir al servicio o porque no le había dado tiempo que lo dijera, que no le pasaría nada. Para entonces yo estaba seguro de quien era el que se había cagado. Amaury estaba con el mentón casi metido en su pescuezo y no escuchaba lo que decía la maestra. La peste me estaba mareando. Los alumnos que se sentaban cerca comenzaron a observarnos. Pero se dieron cuenta muy pronto de quien era el cagón. Amaury se movió sobre la silla hacia la derecha y cuando miré el espacio que dejaron sus nalgas una diarrea de color marrón se estaba esparciendo sobre el fondo. Amaury se paró, llorando, y salió del aula hacia el pasillo que llevaba a la carretera. La maestra no le dijo nada y nos ordenó salir del aula para limpiar la cagazón. Las risas llegaron poco después. Pero en honor a la verdad nadie gozó con el percance. Tal vez porque descubrir al culpable demoró demasiado y para entonces ya los olfatos estaban saturados. Por suerte para Tocino. Porque ya se sabe que a esa edad no se perdona. La maestra nos dio una charla relacionada con "los peligros de aguantar los deseos y con la necesidad de pedir permiso cuando fuera necesario". Porque Amaury se había cagado en la silla por el simple motivo de que le dio pena pedir permiso para ir al servicio - que estaba al Este de la escuela, frente a la casa de  Tío Cuso - y cuando vino a ver se estaba chorreando. El tema de "Tocino fo fo Tocino se cagó"  duro muy poco tiempo aún cuando el recuerdo del acontecimiento aflorara de vez en cuando durante el transcurso del año escolar.
En Agosto mi padre recibió una ingrata noticia. El Hogar de Centeno todavía no estaba listo para albergar a los alumnos que cursarían el sexto grado. Las autoridades de Educación Municipal seguían trabajando en ello y le mantendrían informado. De modo que mis vacaciones se prolongarían hasta nuevo aviso. Nadie estaba preocupado. Era cuestión de tiempo. Amaury comenzó el año en Caibarién y cuando no se quedaba en casa de su familia junto a su hermana venía a Plateros y no salía mucho de la casa. Los amores de infancia de los hermanos Cabrera Pablo desaparecieron por efecto hormonas y efecto almanaque. Muy pronto comenzó a sentirse también un tipo poblano y como era mayor que yo sus intereses comenzaron a cambiar. Nuestra amistad fue coartada por la distancia. De modo que continué haciendo lo que siempre había hecho en el campo. Pero me sentía  un poco solo. Los primos y amigos menores estaban en la escuela y mi hermana se la pasaba jugando con la prima tercera Florita en el alero de los cuatro años. Mi madre estaba encantada de que a Luisín "no se lo hubieran llevado todavía para la beca". Pero cuando pasaron tres meses y llegó Diciembre y todavía no se sabía nada del inicio del curso para quienes estudiarían en Centeno mi padre comenzó a desesperarse. Ni siquiera el compromiso de las autoridades municipales con los alumnos que no habían comenzado el curso lo dejaba tranquilo. Una mañana estábamos en casa de la Tía Celia. De pronto escuchamos que un carro se había detenido en la carretera. Cuando mi padre miró hacia la máquina de alquiler enseguida reconoció a Lidia Jacomino, un cuadro de Educación Municipal - y además, pintora de prestigio - que iba para una reunión en la Regional Caibarién. Lidia lo llamó. Me fui con él. No tuvo que bajarse. Desde su asiento de la derecha le dijo a mi papá que "el asunto estaba resuelto". En Enero comenzaba el Curso. Y le explicó los trámites de matrícula y demás y le sugirió que el primer día me llevara personalmente. El Viejo habló consigo mismo y dijo "ñok, al fin". Miré como la máquina de alquiler aceleraba y continuaba hacia El Cayo. Creo que también llevaba a otros pasajeros. Todavía puedo recordar a la mujer inclinando la cabeza por detrás del chofer, de media edad, con una mata de pelo oscuro, canoso, dando la noticia a mi padre. Me quedé en silencio. De pronto asumí que ahora sí que se me habían acabado las largas vacaciones forzadas y que la maldita beca acababa de ganar la pelea. Y asumí también que una parte de mi vida - la gran parte de mi vida- estaba por concluir. De modo que le dí la espalda a mi padre y cogí por la guardarralla para dirigirme a la casa. Una vieja que iba para Caibarién en una máquina le dijo a mi papá que en Enero tengo que irme para Centeno - le dije a mi mamá que estaba probando unas yucas recién cocinadas embadurnadas con manteca de puerco frente al fogón. Mi madre dejó de masticar y miró por la ventana del fregadero hacia el potrero de Gocéndez. Escupió el bocado de yuca hacia la zanja del fogón. Bueno... - dijo. Porque existen noticias terminales de alta categoría familiar.
Mi padre mandó a hacer un maletín. Cuando lo trajo me di cuenta  de que estaba fabricado con una especie de lona donde predominaba el color azul. Tenía un par de asas largas y al parecer era suficiente para meter mis pocas cosas de becado. Desde que lo vi supe que jamás me gustarían los maletines. Porque a mí lo que me gustaba era colgarme las cosas del hombro. Todavía desconocía la  existencia de la palabra "mochila" en su sentido correcto porque la palabra mochila solo era empleada por mi padre para referirse a la gran hernia testicular del gallego José Ventoso. Tampoco conocía la palabra "comando" porque la palabra comando solo era mencionada para designar a los cuatro camiones que había traído Tirso Cruz desde los Estados Unidos después de que se acabó la Segunda Guerra Mundial y que el ricachón de Yaguey Abajo usaría para el tiro de caña de azúcar hacia los centrales azucareros. Los padres que habían tenido hijos becados nos ayudaron con la impedimenta que habría de llevar. De esa manera se agregó un juego de pijamas - que muy pronto dejaría de usar en favor del calzoncillo, como hacía mi padre -, cosas para aseo y dos mudas de ropa aunque todos nos habían dicho que en la beca "no hacía falta de nada porque todo lo daban regalado". Estaba hipnotizado. no podía asumir que me iba de la casa. No sospechaba ni por asomo los tantos años que estaría fuera. A principios de Enero estuvimos listos. Me despedí de mi madre y de mi hermana y nos fuimos hasta la Parada de Tío Nene por el camino del potrero de Pablo Gocéndez. Adolfina la Bella me despidió con su sonrisa perfecta. Esperamos la Camberra de Morón para no tener que hacer escala en Yaguajay. Poco mas de una hora después nos desmontamos en la Parada del Hogar de Centeno. Al Este de la línea de ferrocarril de Narcisa. Caminamos el breve terraplén que corría entre la línea y la cerca de maya puzzle que separaba los prados interiores de la Escuela del exterior. Doblamos al norte por debajo del arco de hierro identificativo de la puerta principal. Caminamos por la banda derecha del breve parque rectangular elevado equipado con bancos de madera  que llevaba hasta el edificio central. Allí alguien nos indicó el lugar en donde debíamos presentarnos. Había otros padres con sus hijos. Mi padre me acompañó todo el tiempo. Hasta que me dejó instalado en una de las naves que fungía de dormitorio. Mi cama estaba muy cerca de las camas de Ausberto y de Miguel Martínez. Me quedé solo. Rematadamente solo al Este del culo del mundo. Las lágrimas estarían listas para la noche de esa noche.

Anexos.

Osnel Lara Salado.
Uno de mis grandes amigos de toda la vida. Hijo de Leovigildo y de Delfa y sobrino de María Lademiguel. Nació para ser un hombre de trabajo que no para estudiar. Nunca le dio importancia a la gran solución de aquel ejercicio de Matemática en la Escuela de Cambao. Posiblemente mas de la mitad de su vida la dedicó a trabajar en la Empresa Pecuaria de Yaguajay como montero en jefe. Fue dirigente pecuario de sus primos y de sus amigos de la infancia que un día decidieron trabajar en la chapea de monte porque "ahí se ganaba bien sin tener que trabajar mucho". Algún día del año 2017 me enteré de que había tenido un problema muy serio con Sergio Ramos. Sergio era otro de los amigos de la infancia. Había vivido en los Estados Unidos por mas de treinta años y de buenas a primeras regresó a Cuba para quedarse. Se quedó y comenzó a realizar trabajos informales. Todavía arrastraba ciertos problemas neurológicos amanecidos en la niñez. El caso es que esperó a Osnel en un descampado del monte y le dio una serie de planazos con un machete y algunas cortadas de gravedad en uno de sus brazos.  Así, de sorpresa, sin mediar siquiera una palabra. Después de recopilar información de varias fuentes aquí en los Estados Unidos y en Cuba - algunas muy fiables - llegué a la siguiente conclusión. Alguien le pidió a Sergio Ramos que le diera "un escarmiento" a Osnel "pillapoco" porque el montero "se estaba propasando con su enamorada". Es posible.  Mas allá de que Osnel nunca fue conocido por enredarse de verdad en asuntos de faldas. En el año 2018 le vi en la calle Alonso en Caibarién. Estaba por entrar en la casa de su hermana Felicita. Nos saludamos efusivamente. Hacía casi veinte años que no lo veía. Le encontré muy bien, con la piel muy blanca y se notaba que tenía mas de sesenta años. Idéntico a su padre. Tuve que llevar mi mirada a su brazo cicatrizado. Le dije que estaba enterado. Se mordió los labios, bajó la cabeza e hizo que sí con ella sin decir nada. Prometí regresar una tarde o una noche y conversar detalladamente. No pude hacerlo y no le volví a ver. El año pasado murió de repente. Un infarto al corazón lo mató. Poco antes había fallecido su hermano Marino "elruso" por igual motivo. Elruso era tan amigo mío como él. Tenía mi edad.
Miguel Martínez.
Hijo de Emilio  y de Dominga. Migue abandonó los estudios muy pronto. Comenzó a trabajar en la ciudad de Yaguajay. Aunque le veía menos siempre estuvimos en contacto. Terminó viviendo en Caibarién, se casó con una enfermera mulata "adelantada" y cuando salí de Cuba estaba manejando una ambulancia. Tiene hijos.
Ausberto "cotorrón" Martínez.
Hijo adoptivo de Justino y de Ofelia. Cotorrón fue uno de los cuatro "vagos" de Plateros que el Gobierno consideró "indeseables" y envió por la fuerza a los Estados Unidos a raíz de los sucesos del Mariel en 1980. Los otros fueron mi primo Guillermo González y Sergio y Bernardo Ramos. Berto se fue molestísimo con sus padres adoptivos (debieron cortarle el flujo de efectivo a raíz de sus francachelas desmesuradas con amigos que él financiaba) y solo supimos de él cuando Guillermo - después de mucho tiempo - dio fe de vida. Durante años vivieron muy cerca en Nueva York en donde "Lacotica tenía un cuarto tipo corral de puerco y en donde solo se dedicaba a ver películas porno, a hacerse pajas y a pedirme dinero" (que siempre le pagaba religiosamente). Era ascensorista en un edificio. Guillermo perdió el contacto cuando se marchó de Nueva York y se mudó para Atlanta, Georgia. Mis intentos por pedirle que insistiera para ver si lo recontactaba fracasaron. Guille moriría de un infarto cerebral en el 2016. Es muy posible que Berto continúe vivo. Con su tren de vida.
Mirtha Martínez. 
Hermana de Miguel y de Armando. Bellísima. La chica por la que nos peleamos Amaury y yo en la carretera un mediodía de sol abrazador. Mirtha también dejaría sus estudios y comenzaría a trabajar en los trabajos estatales que iban apareciendo en los barrios adyacentes. No éramos amigos porque era mayor que yo. Cuando yo estaba en el Pre de Remedios ella estaba trabajando en la Tienda del Pueblo de Plateros. Y volví a enamorarme de ella. Pero seguía siendo mayor que yo y para entonces estaba enredada con un chofer de guagua de Apellido Sarduy (un gran tipo, amigo de todo el mundo) que estaba casado. Mirtha terminó juntándose con Sarduy y pocos años después murió de un cáncer terminal del interior que la hizo sufrir como si se tratara de un castigo. No creo que nunca sospechara de mis sentimientos. Saludé a Sarduy en casa de Tío Cuso durante uno de mis viajes a Cuba.
Célida de la Rosa Alfaro.
Hija de Agustín y de Berta. Hermana de Rosa. Una de las mujeres Alfaro de las que alguna vez dije "que me sacaban de quisio". Célida era de la promoción de mi primo Imeldo y se sentaba al fondo del aula al lado de Mirtha. Tenía un cuerpo exhuberante para su edad, sin muchas curvas. Tenía la piel de manzana anochecida y unos ojos verdosos sobre una boca golosa que eran un sueño. Era muy abierta, deslenguada y simpática. Nos teníamos confianza porque nos veíamos mucho ya que era sobrina de mi tía política Yeya, la mujer de Tío Neno. Años después me diría que siempre había creído que yo estuve enamorado de ella durante la escuela primaria. Sonriendo le dije que no. Entonces era de Mirta, maricón?. No respondí así que mi respuesta aún está en veremos, con la sonrisa detenida. Célida se enamoró de un tipo de Cambao de apellido Prida. Recuerdo que sus padres no estaban de acuerdo porque Luis "estaba divorciado" y se decía que "era un mujeriego". Se casaron finalmente y tuvieron un hijo. Como casi todos los guajiros terminaron viviendo en Caibarién cuando parecía que Plateros nunca iba a tener la corriente eléctrica necesaria capaz de sacar un poco a los vecinos del subdesarrollo. En el año 2016 Luis Prida se cayó del pescante del carretón cuando el caballo en donde iba hacia Plateros se encabritó y se mató. Cuando estuve en su casa en el año 2017 - la charla del amor infantil fue entonces - estaba destrozada.
Armando Martínez.
Armando era mucho mayor que yo pero hicimos muy buenas migas en la escuela porque estábamos en el mismo grado. Dejó la escuela muy pronto y comenzó a trabajar en trabajos informales. Aunque dejé de verlo siempre sabía de su vida. Llegó a tener cargos dirigentes de bajo perfil. Se juntaría con Isabelita Aguila (viuda de Changa, ex compañero de Pre), la hija de Olga Guzmán (nuestra profesora de Historia del Preuniversitario) y de mi amigo Aguila (el "retranquero pelotero" de Yaguajay), hermana de Bertica y compañera de Pre. Armando ya había estado casado con una chica de las Tuero de Cambao y tenía un hijo. La mujer era hermana de la mujer de mi primo hermano Fide Fumero. Antes de salir de Cuba ya se comentaba que la pasión de Armando por el ron era enfermiza. Se decía "que no valía nada" y que era un rastrojo por culpa del trago. Murió en algún momento de los últimos diez años. Su ex Tuero y su hermana - la  también ex de mi primo - son ciudadanas españolas gracias a la Ley de la Memoria Histórica implementada por Madrid y ahora mismo están viajando con fines mercantilistas a donde les da la gana.
María Julia Cabrera.
"La Niña" para sus padres. Siempre fue muy bonita y estaba adelantada a su edad. Excelente alumna. Se decía que estaba enamorada perdidamente de mi primo Luis Enrique. Nunca, sin ambargo, pasó nada entre ellos. Tal vez porque después del Sexto Grado ambos cogieron caminos tan diferentes que no los acercarían jamás. La Niña estudió en Caibarién y muy pronto realizaría un Curso Emergente de Magisterio que después la llevó a graduarse de Maestra. Se decía que era una profesional de altos kilates. Se enamoró de un chico llamado Felo que también era maestro. Muchos aseguran que fue el único amor de su vida. Felo era un tipo muy serio pero también era bonachón y todos lo conocían en Plateros porque venía casi todos los fines de semana. A ver a su novia y a trabajar en la Finca de Eliseo. Lo haría durante muchos años. Hasta que Eliseo decidió entregar la Finca al Estado a cambio de una magra jubilación y mudarse definitivamente para Caibarién. La seguí viendo ocasionalmente. Se casaron y tuvieron una hija. María Julia - ya lo he dicho por ahí - fue la maestra que consiguió que yo regresara desde Topes de Collantes para hacer el Octavo grado en Remedios junto con mi amigo Amaury. Creo que para los tiempos en que el famoso Ministerio de Educación Cubano cayó en desgracia decidieron retirarse del Ramo y también se jubilaron. La Niña murió hace pocos años. Relativamente joven. Creo que debido a un problema óseo.
Aleida Fumero.
Después de terminar el sexto grado Aleida dejó los estudios. Poco mas tarde la familia se mudó para Yaguey a través de una permuta con mi Tío Onofre. Mi prima tuvo que resignarse a que Leonardo "ellindo" era propiedad de Aracely y cuando la relación no funcionó se dio cuenta que ya era demasiado tarde para ella. En Yaguey comenzó a trabajar en las naves que primero fueron  La Conejera y despué serían  La Pollera. Allí conoció a Manolito Rojas, que tenía tanta fama de galán como Leonardo, se casó con él y tuvieron una hija. La familia nunca aceptó el noviazgo y después de la separación la enemistad los desvincularía para toda la vida. Mi amigo Manolito reactivó muy pronto su vida sentimental y la elegida fue la rubia Isidra de Yaguey Abajo, una vieja amiga de los tiempos de mi primer Centeno. Aleida tuvo un affaire con un vecino de Yaguey pariente de Los Lara de Plateros que no prosperó y  entonces solo se dedicaría a trabajar y a criar a Niovita. Después se mudaron para Caibarién mediante otra permuta con una señora que había sido esposa de un pariente fallecido de mi Tío Pito y de mi madre, desde donde venía cada día a la Pollera. Tuvo un accidente en la zona frontal que estuvo a punto de sacarle un ojo pero se recuperó y al final apenas le quedó la cicatriz. Recuerdo que fui a verla al Hospital de Santa Clara. Con sus ahorros y con la ayuda de sus hermanos desde los Estados Unidos Aleida se compró una casita y la decoró fantásticamente. Para entonces ya trabajaba en el Organopónico - un espacio al Este del pueblo que apareció en los momentos mas álgidos del Período Especial que buscaba paliar el hambre y conseguir nuevos puestos de trabajo - en donde se cosechaba todo tipo de hortalizas. Yo siempre había pensado que ella también estuvo enamorada de Luis Enrique y he citado sus broncas a palabrota limpia con María Julia cuando salían del turno de la mañana. Cada vez que se lo decía ella solo sonreía y no lo negaba. Un día llevé a Luis Enrique a su casa en donde su yerno tenía unas neveras llenas de pescado de calidad que vendía de contrabando. No le dije nada. Luis sí lo sabía. Llegamos y se lo presenté como "a un amigo" de La Habana que quería comprar pescado. Habían pasado muchos años pero todavía no eran personas mayores. Se reconocieron al instante. Y me pareció ver en sus miradas la misma intensidad que debieron tener en los años sesenta. Luis compró pargos y cuberetas, le pagó al yerno y nos fuimos. Aleida volvió a sonreír cuando regresé a su casa y le pregunté que cómo había encontrado a su exenamorado. Luis había hecho lo mismo cuando lo fastidié dentro de su Lada 1600. Aleida vino a los Estados Unidos en el año 2015 invitada por sus hermanos. Tenía algunas amigas en el país y de esa forma recorrió algunos lugares. La llevé a mi pequeño apartamento. Una de las amiga la invitó a Louisville, Kentucky, su ahijada Taymy la invitó a Naples, Florida y su hermano Felipito la llevó a Las Vegas, Nevada. En realidad quería quedarse en los Estados Unidos. Era muy fácil hacerlo porque las leyes estadounidenses lo permitían para los cubanos. Todos le pedimos  encarecidamente que lo hiciera porque las cosas "podían cambiar y era posible que en el futuro ni siquiera pudiera regresar de visita". Lo pensó varias veces. Pero sus nietas y sobre todo el cumpleaños quince de la hija de Niovita le ganó la batalla. Las cosas, efectivamente, cambiaron para los cubanos que no fueran ciudadanos españoles. Fue denegada en su próximo intento y jamás ha insistido. Finalmente pudo superar la frustración. Vive de su pobre jubilación, de un pequeño negocito de venta de chucherías que tiene en la casa y de la ayuda - ahora reducida - de sus hermanos. También colaboro cuando me es posible. Está muy vinculada a mi hermana en Cuba. Hace poco se mudó para muy cerca de la casa "de Tery". Durante mi viaje a Cuba volvimos a conversar sobre los tiempos de la infancia. Es mi fans incondicional cuando logro hacer el humor que me gusta. Me quedé pasmado cuando me dijo que ella nunca había estado enamorada de Luis Enrique. Que de quien había estado enamorada hasta los tuétanos era de Leonardo ellindo. Pero como Ara era su amiga del alma ni por todo lo que tiene el mundo hubiera intentado nada. Terminamos riendo porque ella sabía que no le creí.
Amaury Cabrera.
Tengo una laguna histórica en relación con la vida de Amaury Cabrera. No recuerdo que haya estado conmigo durante el séptimo grado en Centeno. Sin embargo sí estaba en Topes de Collantes, Trinidad, durante ese año en que fuimos trasladados desde Centeno en el 1968. Evidentemente no se adaptó a vivir con los tíos y sus padres no querían que viajara cada día a Caibarién y movieron otra vez sus contactos para becar al hijo en Topes. El caso es que hicimos el séptimo grado en "casa del carajo" y que sus padres, como los míos, sufrieron el  gran efecto distancia y las tremendas dificultades que había que sortear para poder viajar hasta allá los domingos con el objetivo de vernos y llevarnos cosas de comer. Nunca mas volveríamos a ser los amigos de antes. Era mayor y tenía otros intereses. Incluso tuvimos algunas discusiones serias que no llegaron a los golpes. Para entonces yo era un poco "mejor estudiante y mas disciplinado". Yo agregaba "un poco mas niño y un poco mas tímido". Durante dos años estuvimos en Remedios, becados, en donde vencimos el octavo y el noveno grados. Recuerdo que se empató, brevemente, con una mulata espectacular llamada Caridad Jover, de Remedios y que sus padres se pusieron culecos porque ya "el niño tenía novia". No sé por qué Amaury dijo que yo también tenía novia - era falso - y de esa manera nos convertimos en los "dos últimos mujeriegos" del barrio que buscaban jevas "fuera de Plateros". Sin embargo la fama mayor que alcanzó Amaury en el albergue de Remedios fue la de ser un pajero empedernido. Se masturbaba todo el tiempo y muchas veces lo hacía delante de todo el mundo. Mas que pajero le pusieron el mote de "pajusángulo". Como su hermana, Amaury consideró que estaba demasiado viejo para hacer el Pre y después la Universidad. Necesitaba un salario con urgencia. De modo que como ella, optó por seguir un Curso Emergente para maestros primarios del que se graduó muy pronto. Nunca sospeché que tuviera madera de cuadro. Pero me equivoqué. Amaury pasó veloz por todas las etapas del magisterio infantil antes de convertirse en cuadro dirigente de Educación Municipal. Muy pronto tocaría la cima del Poder. Se casó con mi prima lejana Julita Fumero, tuvieron una hija bellísima y se mudaron para Caibarién. En verdad no nos veíamos mucho. Pero cuando lo hacíamos nos tratábamos como personas mayores. El sabía que yo iría a la Universidad alguna vez. Pero yo debía saber que ya él era un trabajador que se ganaba su propia plata y que tenía una familia formada. Un día oímos decir que "Cabrera" se había convertido en "un hijo de puta, en un chivato y que se aprovechaba de su cargo para acostarse con mujeres necesitadas de trabajo". Era la peste en la ciudad. No tengo pruebas. Tampoco me interesaba. Era lo que se decía. Cuando yo abandono la Universidad Central - en donde estudiaba Física Pura por error: debí "suspender suficientes asignaturas" para que me dieran de baja - Amaury se enteró y me mandó buscar. Me dijo que si quería podía convertirme en maestro de Secundaria, asignatura Inglés, porque estar graduado de Pre era una condición privilegiada que nadie objetaría en el Mined. Mas tarde podría impartir otra asignatura que me interesara más. Yo no sabía nada de inglés - los cursos aprobados desde el noveno grado apenas nos habían enseñado a decir "love", "mother", "Paul is a boy" y "Mary is a girl" y tal vez a hablar cierto ingleñol que provocaba mas risa que necesidad de información. Además, ya mi miedo escénico era proverbial. Agradecido rechacé su oferta. Si cambias de opinión, ya sabes - me dijo. Yo sabía que no cambiaría de opinión ni aunque las ofertas hubieran incluido Literatura o Historia. Conste que vincularse a Educación era un antídoto infalible contra el Servicio Militar. Fuera de la Universidad, sin saber qué hacer, preferí vegetar un tiempo en casa hasta ver que rumbo tomaba una vida de apenas diecenueve años. Cuando los comentarios sobre el accionar de Amaury se estaban convirtiendo en virales lo enviaron a cumplir Misión a Nicaragua. Misión como maestro y como cuadro pedagógico. Para el regreso ya se sabía que estaba en la lista negra de los que querían desbancarlo de su poltrona de pincho y además empezó a comentarse que Julita le estaba pegando los tarros. Agregaban que le estaba dando al ron en la costura y que había perdido el interés vocacional. Entonces preparó una salida ilegal del país y lo cogieron durante los preparativos. Ello le costó el trabajo, su casa bonita (que terminaría permutando) y casi que el matrimonio. Terminó por separarse de su mujer. Julita se juntó con el hombre que se mencionaba como posible tarreador y un día se fue con él y su hija, legal, hacia los Estados Unidos. No puedo precisar si lo hicieron a través del Bombo de Visas,  mediante reclamacion o de manera ilegal. Un día me enteré en Chile que Amaury estaba en los Estados Unidos. Ya no me impresionaba por nada. Si bien siempre se dijo que su padre, Eliseo, era comunista (que yo sepa nunca estuvo en la lista de los Alzados como posible candidato a la soga) no creo que su hijo lo fuera jamás. Amaury fue lo que yo nunca pude ser: un vividor a costa de la Revolución que solo esperaba su momento para salir del armario. Tampoco puedo precisar si llegó a los Estados Unidos mediante el dichoso Bombo, si se fue clandestino o si su hija le hizo una reclamación familiar. El caso es que después de bregar por los mas disímiles trabajos post pedagógicos se apareció en la ciudad floridana de Tampa en donde comenzó a vivir en la casa de su ex, con su hija y con el nuevo esposo de su ex, que, por cierto, casi que era su amigo. Aunque lo vi en Cuba en el año 2017 lo único que pude saber de su vida en Tampa y de su regreso definitivo a Cuba fue "que va, no pude acostumbrarme, no lo soportaba". Por cierto, apenas se tomó tres tragos del Havana Club que le brindé porque era casi medio día y el caballo carretonero con el que trabajaba se estaba ahogando al sol. No dejes de ir a ver a mami, está muy jodida - me dijo al partir. En uno de mis viajes anteriores ya lo había hecho. Recuerdo que vivían al final de la calle Narciso López, casi en el mangle, para donde sus padres habían permutado. Entonces la casa era una gran casa de mampostería y estaba perfectamente amueblada con artículos "imperialistas". Eliseo se estaba muriendo y aunque dijo sí con su cabeza cuando Ana le preguntó que si me recordaba no le creí. Sufría de problemas neurológicos severos y sus posibilidades motoras eran casi nulas. Ana me contó que el Niño estuvo viviendo en la casa del hombre que le pegó los tarros y que no pudo seguir haciéndolo "porque tenía que irse de allí" y de contra "los alquileres estaban muy caros". Que sin embargo, cada mes llegaban contenedores con todo lo necesario para arreglar la casa y convertirla en una gran residencia amueblada. Me la enseñó y tenía bastante razón. Pero que el Niño "los extrañaba mucho" - aparte de María Julia había otro hijo mas pequeño que era militar - y no pudo evitar regresar para quedarse. Ana me contó que el Niño había hecho mucho dinero "chocando carros y cobrando el seguro".  Lo tomé como un juego de palabras, hijas del desconocimiento. Otras fuentes después corroborarian a medias esta información. Tal vez puedas cobrar un seguro post accidente automovilístico. Pero es casi imposible que cobres un segundo y si lo logras caerás en desgracia con todos los Dealears y las compañías aseguradoras. Otras fuentes aseguran que lo que en verdad pasó fue que el nuevo esposo de su ex tuvo que echarlo de su casa porque no quería trabajar y con el pretexto de estar cerca de su hija lo que hacía en realidad era "huelerle el culo a su señora". Como nunca me lo dijo no puedo asegurarlo. Sin embargo las fuentes lo dan por seguro al cien por ciento. Eliseo moriría poco después de mi visita. Desconozco si Ana vive aún. Y me parece que Amaury todavía trabaja de carretonero en Caibarién.
Rosa de la Rosa.
Rosita es dos o tres meses mayor que yo. Desconozco por qué también fue de las alumnas que perdió algún año durante la Enseñanza Primaria. De modo que se quedó en Plateros cuando me fui a Centeno. Era una  niña trigueña muy bonita. No se parecía para nada a su hermana Célida. Tenía un cuerpo muy bien formado para su corta edad y se peinaba al medio con el pelo recio tocando sus hombros. Tenía varios enamorados. Pero Amaury y yo, al parecer, éramos los candidatos mas serios para conquistarla. Entonces yo era tan tímido que para qué lo cuento y Amaury todavia no se las daba de ligador de chicas. Recuerdo que a veces íbamos a su casa para repasar lecciones un poco antes de los exámenes parciales y que su mamá Berta nos fastidiaba en relación con amores escondidos. Ninguno de los dos nunca le dijo nada y ella se cansó de esperar al menos un piropo desabrido que se cayera sobre sus oídos de niña linda. No éramos amigos como lo éramos de las otras muchachas porque no se puede ser amigo de la chica de la que estás enamorado como un estúpido. La gente decía que uno de los dos la "tumbaríamos" pero no recuerdo a nadie decir que ella estuviera enamorada de alguno de nosotros. Para entonces un muchacho mucho mayor  pasaba todos los días en su caballo hacia la escuela de Yaguey en donde su madre había querido que estudiara porque el barrio de Plateros "era una cueva de comunistas". Román Barroso y su esposa Chucha Rodríguez eran unos anticomunistas convencidos y consideraban que en Yaguey la gente "era menos comemecandela y menos comemierda". La próxima vez que volví a ver a Rosita fue en Yaguajay. Se estaba conmemorando alguna fecha importante y nos trajeron desde Centeno. También llevaron a algunos estudiantes seleccionados de las escuelas campesinas. Recuerdo a Rosita desfilando al son de tambores y pailas, en medio de un grupo de muchachos, por la Calle Real, con un vestido corto en donde predominaba el azul y una especie de bandera pendulante en una de sus manos. Se trata de un recuerdo trunco e incluso a veces he pensado si acaso el desfile no fue durante el último trimestre del año cuando estuvimos como tres meses en Centeno antes de irnos para Topes de Collantes y era Octubre o Diciembre, dos fechas muy importantes relacionadas con Camilo Cienfuegos el héroe de Yaguajay. Lo que es muy posible porque me parece recordar que el próximo curso de sexto grado se hizo en Yaguajay y no en Centeno. El caso es que no tuve valor para saludarla y que se me encogió el alma al pensar que la había perdido para siempre en el falso juego de la "última vez". Poco después Rosita también dejó la escuela y se comprometió con el chico de los padres "gusanos" que pasaba desmelenado en su caballo para la escuela de Yaguey. Juanito "elderromán" también abandonó los estudios y se dedicó a trabajar con el padre en la magnífica finca que tenían en Santa Rosa. Todos en el barrio hablaban de la imposibilidad de que el noviazgo funcionara debido a la posición radical en materia política de las dos familias. Se decía que la Chucha - quien llevaba los pantalones dentro de la casa - no aprobaba la relación y que a los La Rosa no le importaba tanto más allá de los resquemores de rutina. Era algo así como una versión mikimaus de la historia de Romeo y Julieta. Prácticamente las becas continuadas me hicieron abandonar Plateros y por desgracia las vacaciones se acababn enseguida. Rosa y Juanito se casaron, se fueron a vivir para la casa de sus padres - poco después se construirían una casa rústica propia en el alero occidental de la finca - y tuvieron un hijo llamado Jeanny. Juanito era muy bonachón, tenía cirto sentido del humor y era amigo de todo el mundo. Muy pronto se convirtió en un muchacho "de dinero" a costa de la cría y venta de puercos. Con el paso de los años llegaría a ser un cuadro de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Cuando Román murió de un infarto al corazón ya estaban construyendo una gran casa en Caibarién. A veces veía a Rosa y nos saludábamos como viejos amigos del barrio y de la escuela. Rosa siempre fue mas seria que Célida. Se puso muy gorda y destacaba por sus amplias caderas y por su gran trasero. Tenía ahora el cuerpo de su mamá y la cara de su papá. Era la única chica Alfaro que me sacaba de quisio sin tener el corte auténtico de las Alfaro que me sacaban de quisio. De madre no estaba tan bonita. Finalmente se mudaron para Caibarién y los hombres de la casa hicieron lo que hacían todos los hombres de las familias que se trasladaban para el pueblo. Regresaban cada día al campo para trabajar y solo regresaban en la noche a la ciudad. Así, toda la semana. Recuerdo que la gente decía "porque quienes se mudaron fueron sus mujeres". Jeanny haría exactamente lo contario. Se quedó en el campo a tiempo completo y todavía hoy mismo  sigue siendo un guajiro casado y con hijos que ha triunfado como lo hizo el padre - diversificando, incluso, los negocios - y no hay Dios que lo haga abandonar el campo. En la ciudad nos veíamos un poco más y un día Rosa salió embarazada de nuevo y parió una hija. Como hasta los doce años la muchachita era su clon. Siempre que la veía la celebraba y se lo decía. Me la recordaba tanto de los años felices. Hasta que me fui de Cuba. Regresé doce años después y ya había oído hablar de que el "matrimonio se estaba rompiendo". Rosa "no se adaptaba a vivir en casa de su suegra, Juanito se había convirtido en un borracho y tenía ínfuluas públicas de "mujeriego fácil". Habían decidido divorciarse y Rosa pasó a vivir en una pieza muy pequeña cercana al Parque de la Guira. Cuando murió La Chucha esperaba que le tocara parte de la casa. La Ley le dijo que no. La casa era "de todos los hijos". Ella solo era la "madre de los nietos". Creo que la vi en mi segundo viaje a Cuba en el 2015. Fue a visitarme a mi casa y me dijo, fastidiando, que era la "única manera de verme porque al parecer yo me había olvidado de los viejos vecinos". Era una mujer madura con las características físicas que mencioné. La noté muy familiar. Prometí devolverle la visita.  Lo hice en el 2017 y la visita fue en casa de su hermana Célida. Para entonces Luis Prida había muerto. Recuerdo que fue una tarde en que pensé pasar rápido a saludar a Celida pero ella estaba allí con su hija. La charla se prolongaría casi hasta el anochecer. En Miami siempre se saben todos los chismes de la gente que queda en Plateros y de los que viven ahora en Caibarién. De modo que yo sabía que Rosa había intentado una relación con el Chino de Catalina - vecino de Plateros, contemporáneo nuestro, y un muchacho excelente en todos los sentidos - que no funcionó porque el Chino también "se había convertido en un borracho perdido". Mientras conversábamos yo no me cansaba de mirar a su hija, ahora como de veintitantos años. No se parecía en nada a la niña bonita del pasado. Había perdido el cuerpo "alfaro" que tanto prometía, su rostro había mutado hacia el gen Barroso y tenía tendencia a gorda. Había estudiado Gastronomía y estaba trabajando en Los Cayos de mesera. Era muy locuaz y muy pronto entramos en confianza. Me di cuenta de que tenía cierta información global y de que parecía una muchacha muy liberal. Célida introdujo el tema de los "enamoramientos de la infancia" y me dijo que le dijera la verdad en relación a si yo había estado enamorado de ella o no. Le dije que me gustaban mucho "tus labios y tus ojos verdes" pero que como "eras mucho mayor" que yo siempre me dio mucho miedo "a decírtelo o a enamorarme". Entonces de quién estaban enamorados tú y Amaury - preguntó. Acaso de Mirtha ? - agregó. Me eché a reír. En todo caso de Rosita, que era de nuestra edad - dije. Rosa me miró seria, esbozó una sonrisa ausente y se quedó callada. Porque creo que nunca sospechó, ni por asomo, de lo que yo sentí alguna vez por ella. Nunca se lo dije a nadie. Entonces hablé de "aquel muchacho mayor que nosotros" que todos los días pasaba en su caballo para la escuela de Yaguey del que "tú hermana se enamoró". Agregué que el muchacho ya era un hombresito comparado con Amaury y conmigo y que además era de "familia con dinero". Esto lo agregué por joder y estuve a punto de recordar que "tampoco era comunista". Rosa saltó como un resorte liberado. Pero no fue por eso - dijo. Me di cuenta de que no había sido una frase afortunada y aprecié que ella dijo "no fue por eso" para referirse a que no lo aceptó por ser "alguien de dinero". Entonces aclaré que lo que quise decir en realidad era que no "podíamos competir" con alguien que ya era casi un hombre. El tono de mis palabras sonaba muy serio y Rosa cerró su boca y miró hacia ningún lugar y me pareció que solo entonces había asumido que tal vez fuera verdad que tuvo otro pretendiente en aquellos años inolvidables. Después confirmaría el motivo de su ruptura con el Chino, el gran cambio que había dado Juanito "después de viejo" y terminó por hablarme del "marido de su hija". Me pidió que no dijera nada porque casi nadie lo sabía y que me lo iba a contar porque también necesitaba escuchar mi opinión. Un turista hondureño que residía en Otawa, Canadá, mucho mayor que ella, la había conocido una noche mientras se tomaba unos tragos en la barra de un hotel en Cayo Santa María. Quedó hipnotizado. Amor a primera vista. Muy pronto la conquistó y comenzó a venir a Cuba con mas asiduidad, siempre cargado de cosas materiales para ella y para la familia. Pedirle matrimionio fue cosa de tiempo. Ella aceptó. De modo que estaban casados en secreto para que nadie se enterara ni en su trabajo ni en la familia. Me enseñó algunas bicicletas deportivas y otros regalos mas costosos y me enseñó también algunas fotos compartidas y la foto del "hunduriense" en primer plano. Un señor de piel color café, realmente mayor.   La chica me dijo que tenía "mas de cincuenta" pero que no se habia casado "por interés". Ella tenía 27. Después de una retahila de bromas - que ella asimiló perfectamente - me aseguró que solo se había acostado con él "después de la firma de los papeles" pero que "no estaba tan segura" de irse con él para Canadá aunque eso fuera lo que él mas quisiera. No pudo explicarme en qué trabajaba realmente el hombre y ni siquiera mirando una foto en una especie de warehow pude descubrirlo. Entonces, con la confianza que me entregó y con la confianza que le tengo a su madre y a su tía les di mi opinión. Les seré sincero - dije - pero mis palabras no tienen por qué alarmarlas. Si no te arriesgas nunca conocerás a las personas. Dije que Canadá era uno de los países en donde mas matrimonios de este tipo se realizaban y cité algunos casos con mujeres chilenas que terminaron convertidas en prostitutas, violadas o dejadas solas después de ser utilizadas. Sugerí que si finalmente decidía viajar (y debía hacerlo como esposa legal) no dejara de poner al tanto a cualquier amiga que viviera en Canadá y que tampoco dejara de darle su teléfono y dirección así como también recibir sus señas. Descontado que también haría los mismo con sus padres. Pero mi sugerencia mas determinante fue pedirle a Rosa que se fuera con ella y que solo regresara cuando estuviera bien segura del sitio en donde se quedaría su hija con su yerno y cuando creyera que lo conocía lo sificiente como para volver tranquila. Terminé diciendo que probablemente el hombre fuera un gran tipo al que solo le gustaban las chicas cubanas jóvenes y que seguramente tendría magníficas intenciones. Internet y el mundo de los hoteles habían logrado el "milagro" de conseguir matrimonios internacionales fallidos pero también había montones de ejemplos en donde se habían unido parejas para toda la vida. La barra de un hotel también podía ser un buen sitio - concluí. Madre e hija me agradecieron la "disertación" y prometieron continuar pensándolo. Poco después alguien me enseñaría el diminuto cuartico - recién pintado - en donde vivían la madre y la hija. Nadie les ha ayudado, ese cuarto lo ha construido ella sola con los dólares que se busca en el Cayo - sentenció "alguien" y agregó "quizás también el viejo canadiense con el que se casó en secreto....un secreto a voces". En efecto, las mujeres no habían podido evitar que la noticia de la boda "de la hija de Juanito" se expandiera como pólvora seca. Cuando regresé a Cuba en el 2018 no pude ver a las hermanas De la Rosa Alfaro. Pero me dijeron que todavía la chica estaba en Cuba y que vivía con su madre en el mismo lugar.
Maestra Elia.
Ya la he citado en alguna crónica sobre Grandes Nostalgias. Fue mi maestra de Primer Grado y en verdad fuera de que creo era de Yaguajay y de que me dio algunos halones de oreja en el aula a raíz del asesinato del pollito de la Negra Cuca mientras jugaba con mi amigo Marcial a dar vueltas alrededor del patio de la nave del Vivero en donde estaba la edificación que albergaba a la escuela y a la "casa de los negros" no atesoro grandes recuerdos de ella. La imagino con unos treinta años, trigueña clara, muy seria y muy recta y tal vez con una personalidad ascética y poco femenina. Se daba cuenta de que yo estaba un poco adelantado a mi grado.
Gladys Mayea Siverio.
Durante años la recordé muy bien. Fotográficamente. Era la mulata típica del pelo lacio peinado hacia atrás y recogido en moño. Piel canela y rostro bonito. No diría que fuera muy alta ni que tuviera la cintura de avispa de su raza pero ciertamente poseía los atributos de la clásica mulata cubana. Era dulce sin dejar de ser circunspecta. Tenía un gran dominio de la pedagogía y fue la maestra de varias promociones de guajiritos de Platero. La pienso en los cuarenta años. Muy querida en el Barrio, todos hablaban de sus "grandes sacrificios". Porque vivía en Santa Clara - poco mas de setenta kilómetros de Plateros - y tenía que levantarse muy temprano para poder coger la guagua de Caibarién y hacer trasbordo hacia la de Morón o hacia la de Yaguajay de manera que pudiera estar en la escuela a las 8 de la mañana. Generalmente siempre lo lograba. Regresar a su casa conllevaba los mismos sacrificios.  Es cierto qe tenía preferencias en las Terminales de Omnibus o en los sitios en donde esperara a la guagua. Todos los choferes la recogían sin excusas ni pretextos. Mucha gente le achacaba amoríos muy pasionales con algunos de los choferes de ómnibus. Cada hogar la acogía como si fuera una mas de la familia y ella se dejaba querer. Era algo así como una "maestras adoptada". Creo que Gladys me dio clases desde el segundo hasta el cuarto grado y el único recuerdo que tengo de su concepto de la disciplina y de los escarmientos fue cuando me retorció la oreja izquierda frente a la pizarra durante un ejercicio de matemáticas que yo estaba resolviendo con cierta dificultad. Tal vez el motivo fuera otro. Gladys dejó sue huella en mi personalidad de niño. Pero acaso no la dejó en todos?.
Belkys.
No recuerdo su apellido pero pudiera ser González. Me parece que Belkys fue mi maestra de Quinto grado. Tengo cierta duda de si comenzó a serlo o no en el Cuarto. Yo tenía diez años cuando la "Bella de Narcisa" se apareció en Plateros. Para entonces  yo era un alumno de excelencia al que se le auguraba un gran porvenir. Belkis llegó para impartir, sobre todo, Humanidades. Su fuerte era la Historia de Cuba. También la Historia de Cuba era mi fuerte. La impronta de mi padre, las lecturas adelantadas a mi edad y sobre todo haberme leído aquel libro - Historia de Cuba - empastado de gris, ilustrado y lleno de fotos de héroes y de batallas de las guerras libertarias de Cuba escrito por los Doctores Marbán y Leyva que me había regalado mi Tía Estela, me habían convertido en un precoz "Licenciado" en Historia de Cuba. El libro llegaba hasta el gobierno de Mario García Menocal - las dos primeras décadas del Siglo XX - y puedo asegurar que me lo aprendí de memoria. Todavía hoy puedo ver cada página escrita sobre papel bond, cada ilustración y cada fotografía, cada pie de foto e incluso puedo recordar frases completas. De modo que las hermosas clases de Belkys solo eran "repetición" de lo que yo sabía y por tanto cada respuesta mía a alguna de sus preguntas o la resolución de las tareas se convertían en lectura obligada para todos los oídos del aula y en una sarta de elogios que me sacaban los colores a la cara porque yo consideraba que solo era un muchacho normal como otro cualquiera al que le encantaba leer. Belkys cometió el error de celebrarme demasiado, de darme el cargo de monitor, de abrazarme por cualquier motivo y de decir cosas maravillosas sobre mí a mis padres y a los vecinos. Fui premiado con tres libros de las Obras Completas de José Martí ( su Periodismo Diverso me marcaría para toda la vida) - que me leí de un tirón -, con una camisa fantástica - cara para la época - de barras de colores vivos en forma de uve y con más elogios. Por si todo ello no fuera suficiente Belkys me llevó a su casa del Central Narcisa para que me vacunara y para que pasara el fin de semana con ella y con sus padres. Me llevó acompañado de Amaury - que también tenía su nivel de admiración - y ambos nos quedábamos en su casa. Solo que era yo el que iba con mas frecuencia. Con diez años ya habíamos dejado de tomar el caramelo vacuna contra las enfermedades que estaban prácticamente eradicadas y habíamos pasado a la fase inyección en el mollero. Mi temor visceral a los pinchazos era compensado con la cercanía de mi maestra bonita. Recuerdo que el lugar en donde nos vacunaban estaba al noreste del Central, en una edificación larga de una planta con portal. Recuerdo incluso al vacunador. Un hombre como en los cuarenta, bajo y medio calvo, muy profesional, que se la pasaba jodiendo mientras preparaba el inyector delante de nosotros. He olvidado su nombre pero posiblemente tuviera un apodo al estilo de Bicho. Mi padre lo conocía porque como buen colono del Central, como pariente de los Ferrer y debido a su manera de ser, prácticamente conocía a todo el mundo en Narcisa. La casa de Belkys estaba al oeste del central y era una casa sencilla, de madera aserrada, tejas españolas y piso de mosaicos ribeteados. Tenía un portal que daba contra la calle y se me parecía bastante a la casa de mi Tía Celia. Recuerdo que había un cuarto al sur de la sala, detrás del portal y que era allí donde yo dormía. Sus padres eran relativamente jóvenes y eran un verdadero amor. Yo comía la comida que hacía su madre sin miramientos. Con diez años ya había sentido el famoso cosquilleo en mis genitales mientras pescaba en el río y estaba apoyado contra la palma real que había al sur de la finca de Gocéndez. Por culpa de mi maestra Belkys los cosquilleos se convirtieron en pandemia y sentí - oh, también - los malditos grillos azules en el estómago. Belkys era muy joven. Era extremadamente bonita y tenía unos labios llenos y golosos que todavía recuerdo como si los estuviera sintiendo en mi mejilla. Sus labios eran mas notables que los de Célida y si pudiera compararlos con otros labios dijera que siempre que he visto a Angelina Jolie actuando en la pantalla los he recordado con  suma deleitación. No era muy alta pero su cuerpo esbelto se dibujaba por debajo de su ropa. Llevaba el pelo muy parecido a como lo llevaba Rosita pero lo tenía un poco mas castaño. Yo vivía para que me diera el beso de llegada y el beso de despedida, para que llegara el turno de sus clases de Historia, para que me invitara a su casa del ingenio aunque no fuera tiempo de vacunas, para dormir en mi cama de su cuarto y regresar con el olor extrañamente perturbador que se esparcía desde cada pedazo de su habitación de hembra joven. No puedo asegurarlo pero me parece que Belkys sí era una maestra profesional. No dudo que tal vez haya sido de las graduadas en Minas del Frío, Oriente, o de las de Topes de Cololantes en donde también había una gran escuela formadora de Maestros Primarios. Dejar de ver a Belkys fue uno de los grandes martirios que me asotaron en el fondo de mi infancia. Evidentemente ella se dio cuenta de lo que provocaba en mi mente infantil pero jamás traspasó los límites. Solo fue la maestra que trató de destacar a un niño diferente del que se "esperaba mucho". Al que mimó en exceso. El niño no pudo hacer nada como no fuera sufrir en su infancia inconclusa, acostumbrarse a las cosquillas genitales y pensar todo el tiempo en aquella boca de fruta madura y en aquel olor intoxicante que todavía lo persigue. Nunca pude olvidarla. Porque nunca pueden olvidarse las viles seducciones sanas. Jamás la vi aunque sabía que continuaba dando clases. Me moría por verla porque poco después supe que tendría el valor para saludarla y conocer de su vida post Plateros. Incluso para decirle lo que me habia provocado. La oportunidad se daría alrededor de 1990 cuando era profesor de Historia de Cuba en la Secundaria Básica Camilo Cienfuegos de Yaguajay. Allí, los profesores y trabajadores administrativos la conocían muy bien. Lamentablemente he olvidado el motivo exacto por el que estaba pasando momentos difíciles. Sé que tenía que ver con su marido. Probablemente hubiera fallecido en un accidente automovilístico. O tal vez hubiera quedado paralítico, como un vegetal. O quizás estuviera preso. Entonces yo tenía 33 años. Belkys podría andar por 43 o 44, quizás menos. La gente me aseguró que la vería algún día porque "Narcisa era Yaguajay" y ella siempre estaba en los dos lugares. Yo no tenía la menor duda de que la reconocería sin necesidad de ayudantes identificadores. Todavía era muy joven y los cuarenta apenas hacen cambiar a los rostros de las personas. Y la vi. Recuerdo que estaba en el Bar que había en la calle Central, al lado de la Terminal de Omnibus. Pasó cerca de la calle, caminando hacia el oeste de manera que pude ver su cara de medio perfil. Por algún motivo se volvió un instante hacia el Bar y la descubrí. La misma boca obsena, la misma piel y el mismo peinado. Caminó hacia la entrada con pasos largos y apurados y enseguida giró otra vez hacia el oeste. Me quedé paralizado. Iba sola y le dejé ir. Jamás pregunté por ella. Jamás le vi de nuevo en el pueblo ni en el Ingenio. Belkys mi maestra novia se esfumó desde la calle Central, frente al Bar, en Yaguajay, un día cualquiera del año 1990 del Siglo XX. Algunos de los grillos que nunca han abandonado a mi estómago tienen que ser aquellos grillos.
Germán Fumero.
Hijo de Tío Pito y de Tía Juanita. Hermano de Fidencio, de Mario, de Felipito y de Aleida. No creo que mi primo Germán haya terminado sus estudios en la Escuela de Jinaguayabo. Como todos, abandonó las aulas y comenzó a trabajar. Un intento de salida ilegal del país en unión de sus hermanos le complicó la vida. Por ello cumplió cárcel en unión de Mario. Solo se pudo escapar el hermano mayor, Fidencio. Entonces una salida ilegal del país hacia los Estados Unidos era considerada una acción política. De modo que los dos hermanos tuvieron su Número de Causa y fueron catalogados como "presos políticos". Recuerdo haber visitado a los hermanos en la cárcel de Remedios junto con Tía Juanita. Pero en honor a la verdad solo recuerdo a Tía Juanita y familia llorando mientras duraba la visita y al que veo es a Mario. Posiblemente la juventud extrema de Germán lo hubiera metido en algún correccional para menores. Obtuvieron la libertad muy pronto y Germán se olvidó de reintentar llegar a los Estados Unidos y se integró al proceso revolucionario. Germán era un mujeriego nato. Era alto, tenía los ojos verdes y un encanto especial, decían, para seducir mujeres. Entre amorío y amorío tuvo dos matrimonios de los que nacieron cuatro hijos geniales. Germán anduvo trabajando en los mas disímiles trabajos manuales y técnicos por gran parte del país. En verdad le vi muy poco hasta los años noventa en que el nefasto Período Especial le obligó a regresar a Caibarién y a vivir con su madre. Debo decir que a pesar de la condición anticomunista de la familia Fumero Martínez alguna vez pensé que Germa se había vinculado tanto a los comunistas que tal vez pensara un poco como ellos. A veces venía al pueblo en motocicletas con sidecar o en pizicorres estatales. En casa de Tiajuanita se dedicó a vivir del invento y del trueque por los campos. Como tantos. Finalmente terminó  por enrollar gigantescos carreteles de hijo en carretes mas pequeños que luego vendía o cambiaba por comida. Fue la época en que más nos relacionamos. Yo visitaba mucho la casa familiar y como siempre seguíamos muy vinculados. Su posición política se hizo mas radical y ahora le encantaba enjuiciar al "sistema de mierda". Un día se aparece por mi casa con ánimos de "hablar contigo". Sabe que es un expreso político, que tiene una causa con número y que en la embajada americana conseguiría una Visa de Refugiado al seguro. Me maravillo con la noticia, lo estimulo y le digo "wao, vamos allá". El sabe que me dedico a ayudar a expresos como él y que mis gestiones generalmente tienen éxito. Enseguida se me ocurre que pudiera intentar agregarme a su núcleo familiar porque la Embajada visa a todos los miembros de una familia que deseen emigrar y me preparo para ver si encuentro el valor para decírselo. De modo que preparamos la carta de petición de entrevista. Germán no tiene mujer ahora y piensa viajar solo y después reclamar a la parte de la familia que esté interesada en salir del país. Mi hermano se irá conmigo - me dice. Su hermano es Felipito que en verdad vive casado en la mitad de la casa de su madre, tiene un hijo y trabaja en una pincha que lo tiene aburrido hasta la médula. Felipito es técnico medio en alguna especialidad agrícola y es uno de los miles de cubanos que estudió en el Bloque Comunista de Europa (Alemania), de donde trajo montones de cosas "casi capitalistas". Incluir a Felipito en su núcleo familiar coartó mi posible sugerencia. Hice silencio. Muy pronto la Embajada les citó y les aprobó y pudieron viajar legalmente a los Estados Unidos. Rechazaron la ayuda federal porque Felipito le convenció de quedarse en Miami y comenzar la aventura en la casa de una de las hermanas de su mujer. Ello le traería demasiados dolores de cabeza a Germán pero los superó cuando pudo independizarse y comenzar a trabajar como handyman, especialidad mecánica automotriz que en verdad era su verdadero fuerte. Germán estaba feliz. Enviaba cartas, fotos y videos y alababa  la tecnología americana. Hasta que un problema en el estómago comenzo a fastidiarlo. El problema se incubó finalmente en el esófago y muy pronto los médicos diagnosticaron cáncer terminal. La famila entró en shok. Cuando Germán estaba siendo sometido a torturas relacionadas con la manera de alimentarlo mediante tubos y otros adminículos decidió visitar Cuba. Su objetivo - sabríamos después - era morir en el país. Recuerdo su estancia. Me partía el alma. Todavía no estaba tan flaco pero la cantidad escalofriante de medicamentos que traía y que tenía que meterse en el estómago cada día era proverbial. El mismo se lo hacía todo. Una de sus "novias especiales" había venido desde Camaguey y lo atendía como si nunca hubieran terminado. Yo iba a verlo y a conversar con él casi todos los días. Lachy, tengo el cangrejo - me dijo una tarde. El sabía que todos lo sabían porque en Estados Unidos no se le oculta un cáncer a nadie y en Cuba, excepto algún familiar ingenuo, al final todo el mundo se entera. Me quedé callado y luego respondí "estás en Estados Unidos y estás vivo, tranquilo". Germán tuvo que ser llevado al Hospital de Caibarién varias veces - por suerte estaba a dos cuadras de la casa - y una de ellas fue en mi presencia. Comenzó a retorcerse en el sofá donde descansaba a veces, a quejarse mucho y nos pareció que estaba convulcionando. De pronto comenzó a vomitar sangre. Logró recuperarse. Sus hermanos, sus amigos y la propia familia de Cuba lo convencieron para que regresara a los Estados Unidos. USA era la mata de la ciencia y el que no se salvaba allí no lo hacía en ningún lugar del mundo. Además, él sabía que allá se había barajado la posibilidad de hacer un esófago sucedáneo  a partir de materiales especiales e injertarlo. Recuerdo la escena casi de terror cuando nos despedimos. La dificultad para montar en el auto que lo llevaría hasta La Habana, las lágrimas escondidas de su madre y hermanos, mi desolación. Realmente dudaba de que pudiera soportar el viaje hasta La Habana. Mucho menos en un avión durante 45 minutos hasta el Aeropuerto de Miami y el posterior traslado hasta la casa de Felipito. Nunca pregunté que pasó durante el largo viaje Caibarién Hialeah. Ni siquiera me lo imagino. La información relativa al avance incontenible de la enfermedad se mantuvo ininterrumpida hasta que Germán Fumero Martínez murió. Esa noche Tiajuanita y familia hicieron un velatorio en su casa. Estuve allí hasta por la madrugada. Ya lo he dicho: soy como "el otro hermano". Había un silencio de claustro y tal ensimismamiento que nadie vertió una sola lágrima. Germán deseaba ser enterrado en Cuba y sus hermanos habrían de cumplir ese deseo. El diferendo entre Cuba y los Estados Unidos también toca el traslado de cadáveres. La burocracia puede matarte también. Germán estuvo durante largos meses en las cámaras congeladas de la Morgue de Hialeah mientras esperaba que las autoridades de ambos lados del Estrecho dieran luz verde. Incontables fueron las veces que nos preparamos para recibir al cadáver y ello incluía conseguir las flores para fabricar las coronas y los juegos florales. En el país no había de nada. Y mucho menos flores. El jardín del Cementerio era un campo raso en donde las pocas flores mustias que intentaban crecer se las comían los rumiantes antes de alcanzar su tamaño stándar. De modo que Fide conseguía un tractor con una carreta y nos íbamos hasta Dolores en donde un muchacho de la Familia Concepción tenía un campo de azucenas que no daba abasto para los pedidos de deudos enlutados. Siempre que fuimos a su casa Concepción nos decía "no vale nada, Fide, Luis, nada, para Germán lo que haga falta". Hasta que un día arribó el féretro, le velamos en la Funeraria y le enterramos en una bóveda en el alero suroeste del Cementerio Municipal. Tantos meses de congelamiento habían hecho del cuerpo de Germán una tabla deshidratada en medio de las cuatro paredes de la caja americana. Tenía cuarenta y siete años. Nunca he preguntado lo que gastaron los hermanos en materia de cámaras congelantes en la morgue de Hialeah. Pero lo imagino.
Conrado Benítez. 
Uno de los muertos del martirologio. Fue linchado por los Alzados que lucharon contra el Gobierno de Fidel Castro en los primeros años de la Revolución. Un negro de dieciocho años. Maestro joven que se fue a los montes a enseñar a los campesinos a salir del analfabetismo. Los Alzados lo consideraron un comunista de mierda. Junto con el también imberbe Manuel Ascunce Domenech son los grandes mártires de la Campaña de Alfabetización.


Sweetwater. Miami. Usa.
Luis Eme González.
Febrero 29 del 2020.




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