Sunday, February 16, 2020

El Caramelo: Mini Frente y familia.

Tomado de Grandes Nostalgias.


En el año 1992 yo trabajaba en el Museo Municipal María Escobar Laredo de Caibarién. Me estaba preparando para dirigir el Museo Fotográfico que contenía una de las mas grandes colecciones de negativos de cristal de América Latina así como gran cantidad de fotos en celuloide y en cartón. También estaba haciendo algunas colaboraciones generales en la Emisora de Radio Local CMHS y casi que era el encargado de la confección de guiones y de la dirección de espectáculos culturales en la ciudad. El Museo era un Museo Histórico con valiosos documentos que hablaban de la historia de Caibarién. Uno de sus almacenes guardaba material espeleológico a pesar de que en la ciudad también había un Museo dedicado a la Espeleología. La gran colección fotográfica era parte de la obra del fotógrafo emérito de Caibarién Manuel Martínez Otero y por entonces estaba al cuidado de una de las mecenas de la cultura local, la señora Hilda, una mujer tan celosa de lo que atesoraba que en ocasiones era capaz de sacar de quisio al más ecuánime investigador. Cada lunes escuchábamos el Plan de Trabajo que nos presentaba la Directora del Museo, Alina Vázquez Curdi. Uno de esos lunes nos dijo que "a mediados de la presente semana iríamos al Campamento del Caramelo". Que iríamos todos los trabajadores del Museo mas la sobrina nieta de Martínez Otero que era especialista en caracoles de monte. La sobrina vivía con Jorge Martínez sobrino, en el centro de la ciudad, en la misma casa que había sido el sitio en donde vivió y trabajó el gran hombre del lente.
Así que un Jueves soleado de verano abordamos la guagua de Dolores y cuando nos desmontamos en el barrio - casi un suburbio a unos diez kilómetros de la ciudad - comenzamos a caminar por el camino de La Tenaza (el camino era todavía una precarretera que llevaba  a la ciudad de Remedios) y en algún momento detuvimos a un guajiro que venía montado a caballo para que nos ayudara con la ubicación. El hombre nos indicó el camino que podía llevarnos hasta El Caramelo. Después de sortear algunos potreros y maniguazos llegamos al faldeo de la Loma. La misma Loma que pasaba por Plateros y en donde yo me había criado. Como habíamos decidido no llevar ningún guía comenzamos a subir por la vereda que nos habían sugerido. La sobrina nieta de Martínez Otero enseguida encontró una gran colonia de ligus (caracoles pequeños con forma de tirabuzón, muy bonitos, rayados como cebras) y los guardó en su mochila de campaña. Como yo era el excampesino pues comandaba la comitiva. Recuerdo que me seguía el filólogo Arnaldo de Castro, después Alina la historiadora, detrás Bertica Aguila la profesora de Historia y cerraba la fila india la  Ingeniera y ligurista del apellido ilustre. La referencia que teníamos del Campamento de El Caramelo era que se trataba de un sitio llano con mucho diente de perro, algunas palmas reales y una buena cantidad de cedros y de otras maderas interesantes. También se nos había dicho que había un pequeño bohío pues todavía el último de los Rodríguez iba cada día a su finca a trabajar como en los buenos tiempos. Como muy pronto nos topamos con el grueso de las referencias no tuvimos dudas de que estábamos en el mismo Campamento Rebelde de El Caramelo. Sin embargo, como Eliodoro Rodríguez no estaba ese día no pudimos encontrar ni un solo vestigio que nos indicara en donde había estado la Comandancia de El Caramelo. Tampoco pudimos dar cuenta de ningún racimo de plátanos porque el platanal del señor Rodríguez recién estaba botando los frutos de sus tetas y además, se trataba de plátanos machos. Los documentos del Museo hablaban del Campamento de El Caramelo como de un Campamento "de apoyo a los rebeldes de la Sierra Maestra que integraban miembros del Partido Socialista así como de participantes en células de acción rápida contra la Dictadura de Fulgencio Batista". Uno de los líderes rebeldes era Emil Rodríguez, hermano de Eliodoro y padre de mi querida amiga Olga Lidia, una chica muy activa en la Cultura Local sobre todo en el canto tradicional campesino. El Campamento fue abortado por el Ejército y aunque sus hazañas nunca fueron consideradas dignas de  quedar en el bronce histórico mayor es cierto que sus hombres siempre fueron venerados después de que triunfó la Revolución. Cuando regresamos al llano y mientras Alina y Arnaldo se bañaban en una poza del Río Aguaslindas recordé casi perfectamente que ya yo había estado allí en los predios del Campamento y recordé, además, que posiblemente ese recuerdo fuera el primer recuerdo oficial que tuve de niño.
He dicho por ahí que mi padre tenía tres hermanas. Celia, Consuelo y Cristina. He citado a Tía Celia como a la madre de Milagros, Pepito, Luis Enrique e Imeldo y sobre todo como la mujer del isleño y genial carpintero Pepe Siverio. De Cristina he dicho que le decíamos Cuka "la isleña", que no se parecía al resto de la familia porque, posiblemente fuera, junto con el hermano Enrique - Bura - hijo de Antonio el Carpintero, que era muy religiosa y que había cambiado varias veces de congregación y que parece había tenido un affaire amoroso de juventud con Pedro Gocéndez. De Consuelo creo que solo he dicho que la llamaban Consuelo la Bella. No le he mencionado tanto porque Consuelo vivía un poco alejada de la familia, en El Caramelo, en donde su marido, Felipe Rodríguez mantenía una pequeña finca en pleno monte. En honor a la verdad no la recuerdo. Para nada. Excepto su calificativo "bella". No la recuerdo viniendo a casa de Keta, su madre, ni la recuerdo en nuestros viajes al Caramelo. No recuerdo su cara ni su cuerpo pero sí recuerdo su nombre y su fama de bella y de "curiela paridora". Tengo un solo recuerdo de la casa de El Caramelo. Uno solo. y es trunco y casi detallista. Y jamás se me ha borrado. Desconozco el por qué si descontamos el gran misterio que se aloja en el cerebro humano y ese peliagudo asunto que es la memoria selectiva e involuntaria. Mis padres querían a Consuelo con especial devoción. Incluso aparecen los tres en algunas pocas fotos especiales. También aparecen las dos. De modo que puedo asegurar que fuimos muchas veces al Caramelo cuando yo tenía menos de cinco años. Como siempre íbamos a caballo. En la yegua Perica. Recuerdo que mi mamá iba montada detrás, de lado, y yo podía viajar muy bien delante de mi padre, casi en el pescuezo de la yegua, o colado entre los dos. Cogíamos por la cuneta de la carretera o por la franja de tierra que había a su lado cuando era imposible viajar por debajo y doblábamos hacia el sur por el camino que pasaba por frente a la "larga casa" del ganadero Luis García. A veces nos deteníamos para saludar a la familia pero seguíamos muy pronto porque el tramo restante era extenso. Entonces pasábamos el Río Dolores - era posible pasarlo a caballo aunque siempre tenía agua - y enfilábamos el camino de Remedios. Posiblemente mi padre conociera algún camino más expedito que hiciera el viaje más corto y después de algunos minutos llegábamos a la casa de Tíaconsuelo. Antes de 1961 - yo estaba por cumplir cinco años - todos los hijos habían nacido, excepto el último. Repito, sé que hice el viaje varias veces pero solo recuerdo uno de ellos y muy puntual. La cocina comedor, de techo de guano y piso de tierra y la pared este solo cerrada hasta la mitad con tablas de palma, sin terminar. Me veo mirando hacia adentro desde el exterior, encaramado sobre algún tronco o alguna piedra y veo a mi prima Rosa, poco mayor que yo, del otro lado de la mesa, crecida y bonita y con el pelo abultado y rebelde como si fiuera el pelo de una mulata, mirándome abstraída. Nada más. Nada más. La escena, única que atesoro del Caramelo y de la casa del Caramelo. Y que, insisto, jamás se me ha borrado de la memoria. Porque por allí debieron estar los otros hermanos y hermanas, la tía y el tío, el perro y el gato, otros parientes. Y así debió de ser en cada uno de los viajes. Después de 1961, cuando la casa fue abandonada y la familia se mudó para Caibarién, me enteré por mi madre de ciertos detalles que me ayudaron a formarme una idea mas clara de la familia Rodríguez González. Consuelo era una Ferrer de pura sangre. Era alta, esbelta, enigmática y dulce. Tenía una gran mata de pelo negro que lo peinaba hacia atrás dejando una gran concha sobre la frente.  Creo que solo he visto tres fotos suyas. En ninguna sonríe. Mi tío Felipe Fumero - Tiopito - se enamoró de Consuelo como un poseso perdido. Pero Consuelo, muy precoz, ya había conocido a Felipe Rodríguez y casi que se había comprometido. De modo que tuvo que rechazarlo a pesar de que generalmente los vecinos se casaban entre sí. Felipe era de un barrio relativamente alejado pero ella lo había elegido y ella sí que "era una hija de Manuel González". La enemistad entre el "tipo de la loma" y el guajiro "bruto" del llano comenzó el mismo día en que Tíaconsuelo había optado por quedarse con Felipe. Felipe era un hombre de estatura promedio tirando a baja, muy serio y dubitativo y se decía que muy valiente y que por tanto no le temía "ni al Diablo". Mi padre me diría años mas tarde que "era capaz de enroscarse un gran majá alrededor del pescuezo y pasearse con él para que todos lo vieran". Posiblemnente Tíaconsuelo tuvo sueños muy húmedos ante la posibilidad de abrazos similares. Una noche, en un baile campesino, coincidieron el enamorado frustrado y el amante requerido. De las primeras miradas encendidas al cuchilleo entre amigos y al exhabrupto no transcurieron ni cinco minutos. Tíopito - que también tenía fama de guapetón - le metió el cuchillo en la ingle derecha y mandó a Felipe al hospital. Felipe se salvó porque la herida no fue para tanto y Tíopito debió cumplir un año de cárcel. Pero de todas formas Consuelo se casó con  el primer Felipe, se fue a vivir con él para El Caramelo y según mi madre "ese animal le hizo un hijo cada año a esa pobre mujer metida sola  en grima y pariendo sola en ese monte de mierda" hasta que murió de parto en 1961. Para la familia "morir de parto en 1961" era como decir "de milagros no había muerto antes". José Miguel se salvó y fue dado en adopción a una mujer de Caibarién que lo quiso como una madre y decidió mantener el vínculo con la familia. La amistad de mi padre con Tíopito era antológica. Pero también lo era con Felipe, cos sus padres y con sus hermanos. Y jamás una cosa interfirió con la otra. También mi madre, pese a sus opiniones de "madre" lo respetaba y lo estimaba muchísimo. Debo admitir que también soy así. Generalmente me bandeo muy bien entre dos aguas encrespadas y siempre sorteo con habilidad las grandes crecidas. Cuando Felipe se mudó para Caibarién, poco después, ya algunos muchachos eran hombres pero no regresaron al Caramelo. Excepto Eliodoro, que mantuvo la finca y continuó cosechando aquellos plátanos machos "como tarros de buey", monumentales, que mi papá siguió buscando durante varios años. De modo que el Campamento de El Caramelo debió estar muy cerca de la casona familiar. Pero no había nadie que nos ayudara el día en que fuimos a visitarlo. Recuerdo que meses más tarde Eliodoro me aseguró que de eso "no había quedado nada". Olga Lidia me contaría luego - aquí en los Estados Unidos - que la casa de sus padres fue quemada por los batistianos y que ello le provocó a ella (una niña) y a su madre tal estado depresivo del que apenas se recuperaron.
Poco después de 1994, cuando había perdido todas las esperanzas de trabajar en asuntos profesionales en mi ciudad y en mi país tuve que volver a los trabajos campesinos. El marido de mi prima Guersy, Miguelito, tenía una finca en Dolores, que atendía junto con su padre Michy. Así que me dijo que me fuera "para allá con ellos", que trabajara ocho horas, que almorzara en su casa de campo y que veríamos qué pasaría en el futuro. Comencé a trabajar en Dolores. Viajaba en bicicleta y me pagaban diez pesos diarios. No me quejaba, sobre todo porque se trataba de un "trabajo provisional". Aún no había perdido las esperanzas de poder viajar a los Estados Unidos o al menos salir del país. En la finca hacía de todo. Una mañana Michy me dice que "hoy vamos a subir a la loma porque necesito unas barías derechitas para reparar el techo de la casa de campo". Fue la desbordada abundancia de diente de perro lo que me recordó enseguida al Caramelo. Mientras bajábamos, al hombro, las barías derechitas le pregunté a Michy, por decir algo retrospectivo, que si acaso El Caramelo "no estaba por ahí cerca", al oeste. Si señor, me respondió "al cantío de un gallo". Fue la última vez que estuve en sus alrrededores. Aunque siempre, cuando jugábamos pelota en La Tenaza y cuando viajaba a Remedios, miraba hacia la Loma y recordaba al barrio del Caramelo. Que no era ningún barrio propiamente dicho porque la casa mas cercana estaba en San Cayetano. Lo que no impedía que tuvieran hasta un equipo de pelota. Ojalá que la Loma del Caramelo no haya sido pasto de los carboneros que estuvieron a punto de deforestar Plateros en los tiempos del Período Especial para tiempos de paz. Aunque el Ejército de Batista logró quemar la casa de Emil Rodríguez y causar un trauma casi irreversible en la  mente infantil de mi amiga Olga Lidia, la única muerte conocida en El Caramelo en la época revolucionaria fue la de mi tía Consuelo "la bella" González Ferrer. De parto.

Anexos.



+ María Escobar Laredo fue una mujer de clase alta, filántropa y
   muy patriota que ayudó a los mambises a combatir al Ejército
   Español durante la Segunda Guerra por la Independencia. Lo hizo
   mientras su marido cumplía un exilio voluntario. Recibió en su 
   casa al Generalísimo Máximo Gómez cuando este visitó la ciudad
   poco después del fin de la Guerra. El Generalísimo le impuso los
   grados de Coronela y es así como se le conoce en la ciudad. El
   Museo estaba en la que fue su casa, a una cuadra del mar, en 
   cuya orilla todavía había algunos almacenes y el Puesto de
   Guardafronteras. La residencia - una casa típica de madera, techo
   de tejas  y piso de mosaicos  con herrería en ventanales hasta el
   piso - estaba bastante deteriorada para la época, así como 
   algunas de las propiedades de la Coronela que se habían logrado
   preservar. Su cama matrimonial, por ejemplo. Años después la
   Casa de la Coronela tocó fondo y el Museo fue trasladado para
   el emblemático edificio del Café Liceo, frente al parque, en el
   centro de la ciudad.  Allí visité a mi querida Bertica  en el año
   2017 en momentos en que estaban tratando de remodelar todo el
   segundo piso del inmueble. Todavía en el 2018 no habían 
   acabado, de modo que tuve que visitarla en una buhardilla que
   estaba detrás de la Escuela de Economía en el ángulo suroeste
   del Parque. Tengo entendido que ya está listo. En el segundo piso
   de un edificio histórico cuya primera planta estará destinada al
   servicio del alto turismo. He oído decir. En sus colecciones
   existen algunos pocos manuscritos de obritas que escribí por
   encargo  - tambien algunas editadas -y que son, dicen, bastante
   consultadas.

+ La Gran Colección de negativos en cristal estaba en cajas
   rectangulares de cartón y en verdad necesitaban de mucho
   cuidado. También lo necesitaban los negativos en celuloide y el 
   resto de las fotos. Allí, bajo la mirada dictatorial de Hilda, estaba
   casi toda la Historia de Caibarién. Por no decir "toda". Así que,
   aunque era yo el Director del Museo, toda la tropa del Museo
   Mayor se movilizaba cada día para liberarlos  del polvo y de las 
   manchas y describirlos en documentos ordenados. En verdad nos
   encantábamos mirando personas, carruajes, edificios, locaciones,
   marinas, personalidades foráneas y todo un mosaico brotado del
   lente de uno de los fotógrafos más importantes de Cuba. Nos 
   parecía, sin embargo, que no sabíamos lo que en verdad había que
   saber sobre conservación de negativos en cristal. Hasta que se 
  abrió una ventana en mi flora neuronal. Una señora llamada 
  Nenita Caso estaba viajando con frecuencia a México en donde 
  tenía amigos y algún que otro familiar. Nenita fue invitada al 
  Museo una tarde y me fascinó su conversación culta y modulada,
  así como su desinterés en ayudarnos si de sus viajes dependía. 
  Esa misma tarde me enteraría de que Nenita era amiga del famoso
  pianista caibarienense residente en México Juan Bruno Tarraza. 
  Juan Bruno se había ido con Toña la Negra cuando la famosa 
  charra lo oyó tocar el piano. Se fue no - decían los cangrejeros -
  ello se lo llevó. Juan Bruno no había regresado jamás a la ciudad
  y tenía un local en México DF  en donde descargaba cada noche
  para un público selectivo y fiel. Nenita lo disfrutaba en cada viaje.
  Cuando Nenita se marchó nos habíamos quedado con la promesa
  de que haría lo que estuviera a su alcance para tratar de conseguir
  asesoramiento profesional allá en relación con la conservación de
  negativos de cristal. También accedió a llevar una carta mía para
  Juan Bruno Terraza en donde, después de saludarlo y celebrarlo, 
  le pedía que me enviara algo de lo último que  hacía en
   materia musical pues yo estaba escribiendo algunos guiones
  musicales para la radio local y me encantaría difundir su obra. 
  Debo admitir que desde entonces fue que yo me convertí en un 
  gran conocedor de la obra pianística del coterráneo. Incluso les
  fui presentado a sus familiares en el pueblo y muy amablemente
  accedieron a mis entrevistas y me prestaron viejos discos de su 
  época dorada pre Toña la Negra. Misma música que me sirvió
  para escribir una serie de guiones que fueron radiados con
  prioridad y cuya aceptación popular jamás olvidaré. Debo decir,
  además, que el interés por pedir información profesional a México
  estaba dado porque en México estaba el Primer Archivo de
  Negativos en Cristal de América Latina. Nenita regresó a México,
  llevó mi carta a Juan Bruno e hizo las gestiones pertinentes. 
  Cuando regresó traía un gran paquete con contenido técnico.
  Desde México nos enviaban bolsas rectangulares de nylon para
  guardar y conservar, bibliografía relativa y tubos con material para
  limpieza. Eso sí, el conjunto era una especie de "donación" y una
  carta muy amable adjunta aclaraba que cualquier interés futuro en
  otros materiales "pasaría por la compra". Sabíamos que ello sería 
  imposible pero me preparé para la carta de agradecimiento y muy 
  pronto comenzamos a estuchar negativos de cristal sin que
  pudiéramos usar los tubos con material para limpieza porque no
  éramos capaces todavía de entender las indicaciones. Por su parte 
  el gran Juan Bruno me envió un cassette con música instrumental 
 que incluía acompañamientos para Guadalupe Pineda. De mas 
 está decir que muy pronto escribiría nuevos guiones y radiaríamos
 lo último que estaba haciendo el compatriota al que no le pasaba
 por la mente la idea de regresar a su pueblo natal. Cuando
 abandoné el Museo y todo mi trabajo artístico intelectual en el año
 1994 la sección Negativos de Cristal estaba cayendo en picada y 
 nunca ms habíamos tenido contacto con México ni con Juan 
 Bruno. Vivíamos en el corazón del Período Especial para Tiempos
 de Paz y la situación era prácticamente insoportable. En cada uno
 de mis viajes a Cuba pude constatar el desinterés y la apatía que
 existen en la actualidad por cosas que no estén relacionadas con el
 turismo, una de las tablas de salvación que está manteniendo al 
 pueblo un poco a flote. Hay menos personal en el Museo y 
 muchos de los profesionales de entonces hicieron mutis en busca 
 del eldorado de los billetes verdes.  Como todos, un día la señora 
 Hilda y el pianista Juan Bruno Tarraza también se murieron.
 Alguna vez sabría que Juan Bruno era "gay".

+Alina Vázquez Curdi. Mi amiga Alina. Mi gran amiga. Primero 
  fue Profesora de Historia. Después trabajó en la Emisora Local
  como Directora de Programas. Hasta que pasó a dirigir el Museo
  Municipal. Alina era de la región oriental en donde su familia
  había sido gente importante durante el curso de la Revolución. 
  Lo que no le valió para que las autoridades del Gobierno Local
  la despidieran del Ministerio de Cultura alegando "errores 
  imperdonables para una revolucionaria". No conozco tales errores
  porque la información me llegó es de otras fuentes y cuando 
  hablamos por teléfono en el año 2017 no me pudo explicar la
  verdad. Sin embargo Alina se fue para La Habana y allá 
  consiguió un trabajo de cuadro en una Emisora de Radio 
  importante. Donde también hace arte. Alina cree que le tendieron
  una trampa. Que le hicieron una "cama" para eliminarla.

+Arnaldo de Castro, el gran filólogo y clarinetista de la Banda
  Municipal trabaja como Guía de los  turistas que visitan Los
  Cayos. Por diferentes motivos no lo he podido ver cuando he
  viajado a Cuba. Tampoco sé nada de las chica de los caracoles
  rayados. De Castro es otro de los talentos puros echados a
  perder entre la opresiva red de los avatares de la Revolución.

+Mi tía Celia murió relativamente joven en La Habana, en donde
  vivía con la familia. Pepito había terminado por llevárselos a 
  todos. Un cáncer fulminante de hígado la mató. Cuka llegó a vivir
  muchos años. No pude verla en los últimos veinte porque
  nunca pude ir a La Habana. Pero sí la pude ver en el 2001 cuando 
  salí para Chile. No tuvo hijos y dos matrimonios tardíos nunca
  llegaron a funcionar. Para una familia que muere joven creo que
  su longevidad está dada por su "otra genética". En el 2017 
  Milagros me enseñó el ánfora que contien sus cenizas. Imeldo
  murió con solo 47 años detrás de una enfermedad crónica de
  riñón. También lo haría José Pepito Siverio el periodista y poeta
  debido a un cáncer agresivo de colon. El hijo mayor de Imeldo
  - José Imeldo - también se nos fue muy joven. Estaba comenzando
  a triunfar en el mundo del teatro y de la música cuando la herencia
  maldita del riñón lo destrozó. Tengo otra versión de su muerte sin
  confirmar. Milagros y Luis viven en la misma casa que Pepito
  permutó por el cuarto de Calle Apodaca. Milagros está "junta" con
  un vejete que le ayuda a "no estar sola" y nunca tuvo hijos. Luis 
  Enrique y Xiomara "la holguinera" tienen una hija talentosa que
  es Licenciada en Química y está casada. Me complació mucho
  ayudarle a redactar la introducción de la Tesis de su Maestría. 
  Imeldo tuvo otro hijo con una enfermera que conocí de pequeño.
  Cuando me enteré que estaba con su madre en Estados Unidos - la
  madre formó parte de las disidentes Damas de Blanco de La 
  Habana - traté de ponerme en contacto con ellos mediante 
  Facebook. Cuando José Imeldo me contestó dijo no recordarme y
  decidió no decir nada a su mamá Josefa. De modo que perdimos
  el contacto. Está casado. Es idéntico a Imeldo y también tiene 
  razgos de su madre aindiada. Mi padre y el tío Cisco murieron 
  relativamente jóvenes debido a problemas terminales de pulmón.
  El tío Pedrito se fue detrás de una izquemia cerebral que lo fue
  matando poco a poco. El tío Manolo murió también con 
  problemas pulmonares. y el tío Enrique - Bura - murió muy joven
  después de pasarse la vida luchando con problemas 
  neurológicos y siquiátricos. Excepto Manolo y Pedro - y no tanto
  - todos los isleños Gonzalez Ferrer han muerto jóvenes. Cuka fue
  una "excepción" por los motivos expuestos. Por eso siempre digo 
  que "no me hago falsas ilusiones". A menos que mi genética esté
  dominada por el gen Fumero. Que, al parecer, vive un poco más.

+Genealogía.

Estos son los hijos de Consuelo la bella. Nacidos todos antes de 1961.
-Anacario (Maco). No tuvo hijos y está casado. Vive en La Habana.
-Digno. Tiene dos hijas y varios nietos. Cumplió el sueño vocacional. Contra viento y marea se hizo narrador deportivo y periodista. Ha viajado medio mundo en tales menesteres. También ha estado de visita en Miami. Vive en Cienfuegos, está casado y todavía trabaja en la Emisora Provincial Radio Ciudad del Mar.
-Orlando. Murió en un accidente de tránsito relativamente joven. Tuvo un hijo.
-José Luis. Cumplió "misión internacionalista" en el Congo, Africa. Vive en Miami. Está casado. No tuvo hijos.
Orlando y José Luis estuvieron en la Escuela Nacional de Polo Acuático y llegaron a integrar un equipo juvenil que estuvo en un Torneo en Ibagué, Colombia.
-Carlos. Estuvo preso por asuntos que el Gobientno catalogó de "políticos". Se fugó de la cárcel - su escondite fue en El Caramelo - y logró salir de manera ilegal en el mismo barco que su hermano José Miguel. En el mismo barco que yo no "cupe". Vive en Miami, está casado con una colombiana y tiene dos hijas y una nieta.
-José Miguel. Vive en Miami. Tiene dos hijos. Es muy religioso, asegura.
-Rosa. Casada con Ramón Comas (Ramos) un hombre de Caibarién que siempre cayó muy bien en la familia. Dos hijos y nietos. El varón murió recientemente en un accidente eléctrico mientras reparaba un motor. Rosa ha estado de visita en Miami, invitada por sus hermanos.
-Magalys. Separada. Vive en Cuba, en la casa en donde vivió Felipe con una de sus esposas. Tiene tres hijos y varios nietos.
-Rogelia. Murió relativamente joven. Paralítica inferior. Siempre vivió en un sillón de ruedas. Tenía la dulzura de su madre.
Felipe murio hace unos tres años. Le ví muy grave en uno de mis viajes, en casa de Rosa. Parece que la causa principal fue la gran longevidad. Creo que tampoco viven ya ninguno de sus hermanos.
Felipe tuvo un hijo "tardío" de una relación extemporánea. Vive en
Estados Unidos y sus hermanos tienen contacto con él. Recuerdo 
una vez, en Cuba, que se corrió que había muerto durante un
intento de salida ilegal del país. Felipe pasó por mi casa a contarnoslo, destrozado. Según sus hermanos, el chico fue muy "mala cabeza" hasta que enmendó su vida.


+El equipo de beisbol del Caramelo estaba formado por Felipe, 
  Maco, Digno y seis peloteros de los alrededores. O sea, un team
  "familiar con refuerzos", apenas con equipamiento. Conocedores
  del gran trabuco que tenía Plateros se atrevieron a contratar un
  juego con sus "primos y amigos" del Barrio. Yo era muy chiquito
  pero estuve en el partido y aunque no podría enumerar detalles
  excepto la reacción de los "carameleros" cuando terminó el juego,
  sí puedo expresar que el resultado marcaría un instante inolvidable
 para Maco, que fue el lanzador aquel domingo. Maco tenía un agudo problema de visión que muchas veces estuvo a punto de
 costarle la vista y de hecho hoy mismo está casi ciego. Su
 velocidad estaba por debajo del promedio aunque contaba con 
 una curva decente. Felipe era un jardinero muy mediocre y 
 Digno estaba jugando una segunda base de muchos altibajos.
 El gran Anacario "nos" paró durante nueve inings y una sola 
 carrera bastó al Caramelo para propinar "nueve ceros" al equipo
 "semiprofesional" de Plateros. Maco jamás lo olvidó y cada vez que hablábamos de pelota él lo mencionaba. No podría asegurarlo pero  se jactaba de que le había ganado "a
  Leonardo". el primo de ambos, que para entonces era casi un niño
  y tenía una velocidad aterradora. Por cierto, aún cuando Leonardo
  llegó a jugar Primera Categoría con Yaguajay el beisbol no era su
  pasión y dejó pasar todas las oportunidades que le dieron para
  que se convirtiera en un lanzador de élite.

+A veces me junto con José Luis aquí en Miami y como siempre
  las charlas versan sobre el pasado de la familia. Nuestras familias
  jamás perdieron el contacto de los viejos tiempos. Somos muy
  allegados. Cuando le conté la anécdota del pleíto entre su papá y 
  mi tío Pito me juró que no lo sabía. El cree que ninguno de sus 
  hermanos lo sabe. No está seguro, sin embargo, porque él no es
  de los mayores. Por mi parte nunca he hablado del tema con los
  otros. Para la época en que el gran equipo de Plateros se deshizo
  y entraron nuevos peloteros Digno comenzó a venir los domingos
  desde Caibarién para jugar en la segunda base.  Entonces ya
  no era aquel pelotero insignificante del año de la Hazaña Mayor
  y era capaz de jugar con cierta solovencia de segunda categoría.
  Digno medio que se enamoró de mi prima Aleida la de Pito y
  y aunque nunca le dijo nada yo estaba preparado para escribir
  las décimas que se me salían de la cabeza sobre "el hijo del
  apuñalado empatado con la hija del cuchillero". Aleida siempre
  termina riendo cuando le cuento la historia y me repite "pues
  fue un comemierda porque entonces yo no tenía novio". Digno
  también sonríe pero asegura que no se acuerda de aquel su amor
  de juventud. De lo que si se acuerda es de sus intentos por
  convertirse en narrador de beisbol que ya le estaban obligando a
  "narrar" todos los juegos en los que participaba o veía. A casi todo
  el mundo le provocaba risa la manera en que "narraba" los
  acontecimientos beisboleros. A mí no. Siempre le apoyé y
  cuando comenzó a hacer sus primeros pininos en la Emisora
  CMHW de Santa Clara le ponía como ejemplo de superación y lo
  citaba con orgullo.

+ Sobre la puerta de entrada al primer cuarto de la casa de la
   Abuela ( mi segunda casa) había un cuadro famoso. Tenía un
   marco labrado de madera carmelita oscuro y podía medir como
   cincuenta por treinta centímetros. Detrás del cristal Consuelo 
   la Bella está, de frente, en el centro, con su mirada adusta y su
   mata de pelo peinada hacia atrás con la concha frontal 
   imponente. Tiene una blusa blanca con descote. Mi padre está
   a la izquierda, también serio, con camisa blanca y corbata.
   Mi madre a la derecha, de lado, mirando a ambos, con una blusa
   blanca de cuello alto y con su característico peinado con raya
   lateral a la derecha. Cuando mi padre murió quité la foto de
   su lugar en medio de una terrible crisis de desespero y casi
   todas sus cosas (pensaba que no podría ver nada suyo que me
   lo recordara) y las que no quemé las guarde en diversos
   lugares de la casa. La foto la coloqué debajo del colchón de la
   cama matrimonial. Recuerdo que ya estaba siendo lastimada
   por la traza en los bordes y que en algún momento hablamos con
   mi hermana de tratar de restaurarla. No lo hicimos porque no
   podíamos verla. Terminé por envolverla en un gran pedazo de
   papel amarillo. Aquí comienza a fallarme un poco la memoria.
   Me da la impresión de que tal vez haya sido Cuka o alguien de
   la familia Rodríguez quien nos la pidió como un valioso
   recuerdo si es que nosotros "no la queríamos exponer". Para
   entonces estaba bastante deteriorada y nos daba pena tocar la
   cartulina que casi se deshacía entre nuestras manos. En honor 
   a la verdad no recuerdo que hicimos con la foto. Me parece que
   no la entregamos porque corríamos el riesgo de verla cuando
   visitáramos  a la familia o porque deseábamos conservarla. 
   El caso es que le pierdo la pista en !987 cuando nos mudamos
   para Caibarién. Cada uno de mis viajes a Cuba ha estado
   motivado por asuntos relacionados con mis padres y no
   recuerdo haber hablado sobre la foto. Lo haré la práxima vez. 
   Siempre he lamentado haber salido de las pocas cosas de mi
   padre por temor al dolor que me causarían. Ahora daría mi vida
   por recuperarlas. Por suerte, recordar estas cosas es parte de ello.

+El 12 de Junio del 2016 Digno Rodríguez me mandó via e mail un
  correo de valor incalculable. Una foto encontrada entre sus 
  papeles históricos.Consuelo la Bella y Paulina "el pedazo de carne
  con ojos". De cuerpo entero. Mi madre está a la izquierda frontal. 
  Lleva un vestido largo, aparentemente blanco con figuritas y faja
  en la cintura. Le llega hasta debajo de las rodillas. La parte 
  superior tiene tres botones blancos. Mangas abombachadas hasta
  mitad del codo. Lleva medias hasta la casi la mitad del pie y los
  zapatos son de puntera redonda y parece que no tienen ojales
  para cordones sino unas tiras de material superior para 
  sujetarlos. Sus manos caen hasta mitad de los muslos y lleva algo
  en la derecha, quizás un pañuelo o una ramita con flores. Parece
  llevar un arete en la oreja derecha y da la impresión de que su pelo
  cae debajo de los hombros. Tiene las piernas gruesas y se ve seria.
  Consuelo la Bella es más alta, está peinada hacia atrás, sin la 
  concha clásica. Lleva un vestido largo, posiblemente gris, hasta
  las rodillas. Descotado y con mangas abombachadas. Va con
  medias un poco mas cortas y sus zapatos son de puntera fina
  y continúan tipo sandalias. Su pelo le llega hasta los hombros.
  Su mano derecha descansa sobre el hombro derecho de mi
  madre y la izquierda cae hasta la mitad del muslo izquierdo. Está
  seria. Las veo muy jóvenes. Tal vez en los veinte cortos. Mi madre
  - y en ello concido con Tery - no "se parece tanto"...hasta que nos 
  fijamos bien y notamos su mirada y la boca maternal de los
  "otros" Rodríguez. De modo que parece que ambas mujeres eran
  amigas desde mucho antes de enamorarse. Aunque no se ve la
  firma de Martínez Otero ni la foto parece una foto de estudio no
  dudo de que sea obra del Genio del Lente en cualquier locación. 
  La foto es una joya.


Swetwater, Miami. Usa.
Luis Eme Gonzalez.
Febrero 16  del 2020.
  





   



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