Monday, January 10, 2011

Sonámbulo.-

                Condenar al cerebro a la basura de los
       hemisferios controlados es un crimen
       que merece una condena sin juicio.

Pensaba marcharse al otro día por la noche. Quería despedirse viéndolos en sus lechos poco antes de que el alba les lanzara a sus mundos desesperados. Llevarse ese recuerdo por si la vida le negaba la posibilidad de un reencuentro.Sobre las seis el despertador audífono le sacó del sueño estrangulado. Es 
hermoso  partir sin decir adiós,  cantaba Juan Manuel Serrat tras el sonido graduado del 
celular. No llores porque no me voy a quedar. Si de veras me buscas me encontrarás. Donde haya pan y vino tengo mi hogar.En el primer cuarto la madre dormía cubierta y solo vio sus cabellos canosos tapándole la cara y unas guedejas bañando la almohada en el lugar donde estaría el padre si no anduviera muriéndose de viejo en las ergástulas de Colina. Ya no estaba su huella en el colchón pero sobre la sábana flotaba el aliento dulzón de la pasta base y entre el colchón y el bastidor aún crujían los billetes inexistentes, oníricos, de los buenos tiempos, cuando La Legua era casi una República Independiente y los jardines no empinaban otra flor que no fuera la alucinante flor de la marihuana.La cuna estaba contra la pared norte y el niño era un bulto indescifrable bajo las frazadas de invierno. El segundo cuarto era un amasijo de detritus y nada mas parecido a un vertedero hogar. Los dos hermanos, semitapados, se burlaban del frío glacial y dormían a la bartola como soldados en trincheras después de un combate desastrozo. Debió recorrer la pieza para poder ver sus rostros ladeados al descuido y sus pelos chascones y hediondos violando las almohadas.Y otra vez se preguntó por qué diablos sus facciones eran tan diferentes de la suya. La abuela dormía en un cobertizo del fondo del patio pero estaba ingresada en algún hospital para indigentes. Salió al aire libre. Aún no amanecía y el cielo tenía la rara opacidad del invierno, el smog y los dolores. Regresó, se metió otra vez en la casa y caminó hasta la última pieza. Abrió una puerta, empujando, y la escena se ofreció desde la nitidez de una lámpara sonora art noveau mapuche que descansaba su coquetería en un velador de formaica. La hermana tenía una toalla con motivos pascuenses sobre uno de los pechos y dormía bocarriba con un muslo descansando sobre el otro.De modo que apreció la amplia desnudez sobre la cama, una visión excelsa y casi de pose, insondable imagen que no desconocía si se atenía a la sorpresa de una entrada furtiva a la pieza o al baño y aquella ingenua desnudez sin pudor detenida en la tremenda seguridad de la sangre común. Muchas veces los encuentros no habían sido casuales y sí pretextos pero ella no quería sospechar nada en un mundo estrecho, viciado y estático, donde la promiscuidad era cena de cada mañana, de cada tarde y de cada noche.Se trataba de vidas al desnudo y sobriedad intrascendente de primeros tiempos. Podía llevarse ahora casi todo su cuerpo en sus recuerdos. Pero no era tipo de casis o medias tintas. Algo le fluía de manera natural para llegar al fondo de las determinaciones y sabía que esa no era una característica de sus hermanos. Sobre todo tratándose de ella. Una chica que solo con haber encontrado en algunos de los caminos de la vida un pituto a plazo fijo estaría adornando las pasarelas de Santiago, encantando las páginas compradas de las revistas o cuando menos filmando comerciales baratos en las boutiques de moda. Pero su hermana no había encontrado nada en los caminos de la vida porque ella solo había transitado las empedradas veredas de la muerte y en esa dirección los pitutos desviaban su rumbo de horizontes. Cerró con cuidado la puerta y regresó al botiquín del baño. Allí, en un tarro de cristal verde estaba el formol con el sedante especial y los algodones compresas que le regaló la Doctora después que él le pagara los excelentes cuidados que ella le prodigó el pasado año cuando ingresó, de urgencia, en uno de los hospitales de la ciudad tras una balacera que le perforó la ingle derecha.
          No te pongas nervioso que estoy sola
          a esta hora de la madrugada y voy a
          tener que hacer de todo. Es una 
          herida a sedal y solo necesitarás
          sutura y reposo. Tienes mucha suerte
          por la zona del impacto. Tranquilo,
          voy a quitarte el pantalón para 
          coser. A ver, así, ladéate un poco
          más, bien, correcto, qué bueno. Creo
          que no podré trabajar si no te saco 
          el slip.
El tenía mucho dolor y la dejaba hacer, abandonado al sopor de las preparaciones
preliminares. En silencio. Pero cuando oyó que dijo que le sacaría el slip una pizca de conciencia le avisó que de ahí en adelante ella haría su labor a escasos centímetros de sus genitales y aunque no le imprtaba preguntó si era terminantemente necesario. Sin embargo ella estaba mirando algo que se ladeó bajo el género interior  y se marcaba abruptamente prometedor y no le oyó. Con las piernas cerradas aquel montículo de carne no era otra cosa que un paquete stándar masculino. Liberado de sus ataduras simulaba un gran pepino pugnando por emerger a los aires cortantes del entorno. Entonces miró su vientre liso, el surco pubiano abierto en abanico sobre la prenda íntima y los músculos del tórax. Solo cuando pudo bajar de los Olimpos Prohibidos y decidir que era una Doctora mas que una mujer separada sin acción, tomó conciencia del instante y se hizo repetir la pregunta.
           Sí, la herida es curva y pienso que
           por lo menos dos de los puntos 
           estén en ese lugar. Descuida, no
           afectó nada comprometedor. Puedes
           levantar los glúteos, sí, a ver,
           voy a halar, bien, ya.
Sabía que vestido era un buen mozo salido de un campo de entrenamiento. Desnudo era el semental imponente que Dios había obsequiado para solaz de las mujeres selectivas. Cerró los ojos y la dejó hacer, pensando que una doctora no miraría sus partes. No porque no fuera una mujer curiosa sino porque ver hombres desnudos seguramente estaría en su programa de estudios. Por eso cuando ella detuvo la bajada a la mitad de los muslos no le dio importancia y siguió con su vigilia involuntaria. Libre al fin de la cárcel de poliéster, la herramienta cayó sobre el testículo izquierdo y siguió su ruta al fondo, hasta donde la sábana esterilizada la recibió con un aplauso de aguinaldos. La Doctora se mordió los labios y abrió los ojos e inspiró con calma el aire que sobraba.Pudo desglozarse de la visión para decirse"la mujer translúcida no lo despreciaría". Se quitó los guantes y violó, por vez primera en su vida, los códigos de la profesión.Tomó el miembro con sus dedos y lo colocó del otro lado. Limpió el pequeño espacio para el par de puntos y hundió dos dedos de cada mano sobre ambos lados del pubis."Perdóname Don Hipócrates", se santiguó.
            Estás herniado?.No?. Tienes 
            demasiado grandes los cocos.
            Tampoco varicoceles?.Eres un
            hombre de epidídimo privilegiado.
            Tranquilo que voy a coser.
Pasó al otro lado de la mesa. El estaba casi al borde. Apoyó sus caderas en su muslo y se levantó la bata hasta los codos. Puso su mano desnuda a todo lo lo largo de su pelvis y sintió, al sur de su antebrazo, el tronco del pene.Con la mano libre dio doce puntadas con hilo negro y la herida quedó con cierre perfecto. El no había hablado y sus ojos permanecian cerrados. Muy cobarde para los quirófanos, su lascitud solo buscaba llegar al término del suplicio. Mientras vendaba, ella contempló la visión. Ciñó el esparadrapo y se dio cuenta que había acabado y no lo deseaba.
Inconscientemente rodeó la mitad del miembro con su índice y su pulgar y lo trajo al campus pubiano, situándolo de reverso. El músculo inferior era un haz de cuerdas tensas y las portentosas venas se dilataban repletas de sangre joven. La corola, oliendo a sábanas impuras, cubrió el ombligo. El arma parecía una fracción de acueducto en una llanura listo para sepultar. El duradero contacto con sus genitales le desperezó. Quiso saber si ya había concluido.
            Trato de encontrar daños 
            colaterales. Es una zona muy
            comprometedora y quiero estar
            segura. Nada en los testículos,
            un morado en el pene por la mitad
            superior. Veamos.
Entonces lo cogió por la base y frotó con sus yemas la zona que pensaba estaba comprometida. Resucitado él la dejó hacer y por mucho que intentó no pudo evitar salir de la condición paciente y entrar en el status hombre sobado.
Aún no adjetivó "sobado": pero hubiera querido hacerlo con "descaradamente". La Doctora asimiló la nueva tensión, las arterias ensanchándose y el cambio de temperatura genital. Lo que antes le había parecido una pieza de gasoducto lista para ser soterrada ahora era un tronco de árbol milenario visto a través de un telescopio superpotente. El iba a decir lo siento pero no fue neceasario.
             Hagamos lo mismo para vestirte.
             Levanta, vamos, muy bien. Ahora,
             el pijama, correcto.Pasas el 
             resto de la noche aquí y te vas
             a la media mañana.Cómo te 
             sientes, bien. Ok. No soy ni juez
             ni parte pero se me ocurre que
             debe haber alguna manera de 
             avitar estos percances de
             poblaciones. Ojalá la encuentres.
             Déjame atarte el pijama.
La Doctora dijo espérame un minuto que regreso altiro. El vio como caminaba con los muslos frotados y las manos tensas y la imaginó mirando al cielo con los ojos semicerrados, convulcionando. Entonces se arriesgó e inclinándose se anudó el pijama.
Alguien de Servicios le ayudó a subir a la camilla y lo llevó a uno de los cubículos de urgencia. Cuando despertó había otra doctora a su diestra como si esperara el gran acontecimeiento de su despertar y a él le pareció que era una matrona del Sur. Le dijo que estaba de alta y que se ocuparía de su tratamiento en lo adelante y que  en un mes estaría en forma. Preguntó por la "otra". La matrona le dijo que esa noche salía para Berlín a un Congreso de Cirugía Mínima y que estaría de vuelta en cuatro semanas. Cuando le abrió la puerta de la ambulancia le dio un golpecito con el dorso de la mano en el cierre y le guiñó un ojo. Aún apoyó su mano en el borde inferior de la ventanilla.Estoy segura de que un mes es suficiente para exponer y aprender en Congresos Científicos y para recuperarse de heridas íntimas y semiprofundas, dijo.Acaso su exposición tratará sobre suturas inginales?, se preguntó.
Asintió con la cabeza y le acarició la mano. Agregó gracias por todo y la doctora matrona fue solo un espejismo al sur de sus dolores.
Se arrodilló en el piso desalfombrado y empapó la primera compresa. Se la puso debajo de la nariz medio minuto. Suficiente para la muerte provocada. Lentamente haló la toalla y presionó la rodilla hasta ponerla horizontal. Separó suavemente las piernas hasta llegar a un ángulo de setenta y cinco grados. Extendió sus manos para hacer una cruz cristiana pero se arrepentió.Cómo se persignarán ellos, se preguntó. Solo dejó una mano en ángulo de noventa  grados y trajo la otra hasta dejarla abierta sobre el ombligo. Entonces se paró. Era una maja desnuda meridional en escenario de pobreza absoluta y le pareció que era tan brutalmente bella que hasta el mismo Goya la hubiera retratado igual. 
        El anestécico no dura mas de media  
        hora y solo puedes acariciar sin 
        toques profundos o detenidos. Cinco 
        minutos antes debes irte y dejar la
        escena intacta. No se dará cuenta de
        nada.
Treinta y cinco días después del acta médica la Doctora le llamó. Quería reconocer la herida y ver como iba la cicatríz. Aún él reposaba pero consideraba eran cuidados excesivos de la otra. Dijo que estaba de vacaciones post eventos internacionales y que se lo llevaría a Pichilemo a compartir desacansos necesarios. Lo recogió en el Paradero 24 de Gran Avenida y cerca de la media noche de un viernes llegaron a la casa de verano que había heredado de una relación trunca tres años antes. Dijo que no tenía camas quirúrgicas aquí y que lo reconocería en la matrimonial. Lo desnudó con parsimonia y lo
acostó. Agregó que había olvidado todo su instrumental y que apenas contaba con sus manos y su boca para hacer el reconocimiento de rigor. Tal vez contaba con algo más,dijo, pero era para el diagnóstico definitivo. Tienes una anticicatriz, sentenció. Cuatro meses después de agotar todo un universo de pasiones salvajes y cuando ella sentía las entrañas como  apaleadas por un Inquisidor
arrepentido dijo que había decidido volver con su marido que trabajaba en la Legación militar en Montevideo y que la llamaba desde Buenos Aires para reempezar una vida que jamás debió ser lastrada por imbecilidades de debutante. Curado de asombros y enamorado él lo asimiló con naturalidad de zombie y le prometió cambiar su conducta rebelde y quedarse en Santiago de Chile y esperar por si alguien inventaba otra manera de luchar por la causa de los Pueblos Originarios.Pero si no eres mapuche, muchacho, sugirió.Está bien, pero debo tener allá lejos algún gen precolombino, lo siento así. De todas maneras la Doctora no repitió infidelidades aunque le permitió ir a despedirla al aeropuerto. Cuando llamaron el vuelo de Buenos Aires él le tomó la mano y la llevó a su ingle invicta. Le preguntó si vendría para la próxima herida de bala ahí. Ella contestó que si en verdad cambiaba como había prometido no habría mas heridas de bala en ninguna zona de su cuerpo y que las heridas del alma sanaban aunque fueran ideológicas y entonces él le quitó la mano de la ingle y se la puso sobre el corazón. Dijo y aquí y ella lo besó tiernamente en la frente y terminó estás bien crecidito ya. Desde la última puerta de abordaje dijo que recordara bien era solo media hora y suavecito y que mientras fueran jóvenes y la Tierra continuara girando siempre era posible suturar pasiones inconclusas. El gran Jumbo se volvió un punto negro al Este y se juró que esta desilución a medias no le enrumbaría por veredas equivocadas.Si ella se iba no tenía compromisos de esperar por los inventores del nuevo orden de lucha. No importaba que ello le demandara un esfuerzo supremo: en un final ella le había perfumado de enseñanzas únicas, de optimismo sin mácula y de positivismo eterno. Se arrodilló a la altura de sus caderas y levantó las manos para tocar el cuerpo ofrecido. Las dejó levitando como si fuera un encantador de colibríes sin voz. Las manos eran entes groseros y pocas veces tiernos.Solo los labios y la punta de la lengua podían vanagloriarse de la ternura  total si eran capaces de trabajar con independencia de aquéllas. Como un globo microscópico volando sus encantos la besó con la suavidad recetada y solo al voltearla metió su lengua entre sus nalgas y la dejó deslizar hasta el óvalo sagrado.
          Tienes que concentrarte muy bien. Un
          lado de tu cerebro disfrutará la
          visión plástica de la mujer y el 
          otro lado estará muerto si no deseas
          mirarla con ojos de hombre. Si no
          pudieras dominar esa concentración
          no intentes nada porque entonces
          cometerías incesto y aunque te dije
          que no soy Juez ni Parte y nada me
          parece bien ni mal, supongo no lo
          anheles con tu hermana.
Estaba  completamente concentrado pero no pudo evitar darle una oportunidad mínima a sus manos.Introdujo el dedo del medio hasta el fondo y encontró el botón nervado con el pulgar y el aro que no es con el meñique.Los dejó inmóviles y depositó   su cabeza entre sus pechos blancos. Quedaban diez minutos. Unos pocos segundos antes de concluir el rito sintió el calor de su busto y levantó la cabeza. Pero consideró que seguía dormida. Cuando fue  a extraer su mano de aquella garganta rosa custodiada "de espuma negra" una lluvia de hojas húmedas le sorprendió y un incontralado vibrar de vulva le paró en seco.
Pensó que había violado alguna regla de la Doctora y se irguió para correr y dejarla con la difusa inconciencia de que se había tratado de un sueño de colegiala. Pero otra mano lo detuvo y dijo déjala ahí y mira. En el respaldo de la cama estaba adherida la bolsa de nylon y un letrero decía desanesteciente y debajo unos caracteres indios y un par de rostros con la dicotomía de las expresiones inducidas. Libera el otro hemisferio de tu cerebro y corea conmigo no me marcharé como un cobarde a  Temuco en ese barco harinero que me recogería en San Antonio y me zarandearía semanas y semanas por el Pacífico, dí no trabajaré en ningún criadero de salmones ni molino de trigo o sembradío de papas ni me dejaré matar por el frío del Sur porque soy un hombre de la Región Central, grita conmigo es mentira que acabo de despedirme de mi familia y es verdad que los veré cada día y cada noche porque me quedaré donde me quieren sin condiciones. Dí voy a ir a las Oficinas del Sename donde me dirán ciertas verdades que podrán sorprenderme pero que asimilaré como la persona madura, culta e inteligente que soy. De qué diablos hablas. No saques tu mano por favor. Te pregunto, rechucha, de qué estás hablando, despierta. Está bien, si vas a sacar tu mano de ahí y tu cabeza de mis pechos, siéntate y escucha. Dentro de seis horas debía estar en el puerto y le dijo que apurara la broma y que estaba dispuesto a pedirle todos los perdones habidos y por haber y que podía contárselo a todos porque no le importaba nada y solo quería llevarse su imagen perfecta en la memoria y la opinión de la gente le tenía sin cuidado.Sabías qué eres sonámbulo y que caminas como un robot desde tu habitación a esta y que dices cosas verdaderamente increíbles y hermosas, sabías que soy amiga de una persona que te quiere entrañablemente, sabías que no somos hermanos ni eres hermano de ninguno de tus hermanos de esta casa, sabías que fuiste adoptado por mamá  y por  papá después de una batalla campal con el Sename porque ya tenían tres hijos, sabías que te dejaron en una bolsa plástica en Estación Central y que si no es por el barrendero te comen los perros y que  dentro de la bolsa había un letrero enorme y rojo que decía será el rey de todas las tierras y tiene sangre pagana, sabías que llegaste con tres meses y que te recuerdo con tu carita rosa y tu gran mata de cabellos duros y negrísimos y tu larga pichula como un real de tripas de guagua de once años por lo menos y que te adoptamos todos como el cuarto hermano que mamá no pudo darnos porque siempre desearon cuatro hijos y una hija y que jamás hemos sabido cual es tu madre biológica por mucho que lo intentamos aún a riesgo de perderte y que te queremos tanto que ninguno de nosotros podría expresarlo con palabras y sabías tú guevón que estoy loca por ti y que solo vivía para que llegara esta noche y pasaras de las palabras hermosas e increíbles a la despedida falsa, sabías eso "hermanito del alma". Cómo sé que no estás inventando todo. Haciéndome el amor y después veremos, alguna vez te mentí, no, entonces por qué empezar ahora cuando tengo que destruir esa decisión estúpida y cobarde que has tomado. El quiso saber desde cuando padecía sonambulismo. Desde que alguien te sobó en cierto quirófano.Escucha, "hermanito", desde el lunes comienzo a trabajar en un Té con pechos y tu serás Administrador. Qué es eso. La competencia, la contrapartida de los Cafés con Piernas, adelantándonos a lo que los analistas consideran será prioridad del Gobierno de Michel Bachelet. Cuando él sonrió ella supo que estaba relajado. Le pidió que se parara. Repitió parara en el sentido amplio. Déjame desconcentrar mi segundo hemisferio. Mas vale que te apures. Se sentó a su lado y  le pasó el dedo por el borde del ombligo. Comenzó a hacer círculos concéntricos y lo sacó y sigió con la espiral por el vientre y ella se apoderó del arma letal con una mano y puso la otra encima y cuando bajó su boca todavía el pudo colocar la suya y aún quedaban unos centímetros para sus besos ladeados.
        Si no pudieras controlar la otra parte
        del cerebro, no importa.Déjate llevar.
        Como los hijos de Adán y Eva.Porque 
        todo vale después de una cena con
        manzanas amargas, ripostó.
Cuando ella dijo te quiero dentro ya los planetas se habían alineado y todos los signos zodiacales fueran nada absoluta en el desván de los delirios. A media mañana él preguntó si aquel chillido casi imperceptible y aquella contracción y aquella angostura y esta sangre seca eran su sueño, otra variante sonambúlica  o un regalo enervante el día en que había decidido mutar sus existencias para siempre. Ella respondió con un requiebro,"hombres, mi Dios del cielo, qué poco saben" y continuó crees que hubiera cometido la imperdonable estupidez de ofrecer mi debut sexual a otra arma que no fuera esa dulce anormalidad que Dios te regaló en alguna madrugada glamorosa.
Ven, que te vendo el dedo, tu tarro estaba dañado en el borde.Podrías darte cuenta que ahora si tengo que irme. Podría. Por eso me llaman Loncureo. Te lo puso la polola mapuche de mi hermano.
        Los verdaderos sueños se matan en el
        entorno de  nuestras vidas, ripostó.
Casi ahogada en las aguas amarillas de otros mares la chica escuchó la pregunta desde muy lejos y el sonido de su voz era como un eco arpegial contra el arcoiris de las sombras. Dónde conseguiste el desanesteciante. Ella deslizó los labios por el abrazo infinito de su techo y dejó que la corniza descansara en su lengua y lo miró desde la distancia de un jadeo como si se desconfesara. La Doctora, musitó.




Septiembre 29 del 2005.
Providencia.
Santiago deChile.
Luis Eme Glez.
       


         


  





1 comment:

  1. Ya la mujer de todas las historias bueno de algunas , no muere literalmente te , pues le descubrieron una angina de pecho o preinfarto y quizás ya no podrá alcanzar a realizar esa junta llena de misterios para los cuales quería viajar 10.000 kilómetros para regocijarse en esos ojos tristes pero llenos de literatura incomprensible

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